lunes, 29 de septiembre de 2008

Luz en la noche desértica

  • Interrumpimos la emisión de este programa, cuando son algo más de las cuatro y cuarto de la madrugada, para dar paso a nuestra compañera Lourdes Martín, de los servicios informativos. Adelante, Lourdes…
  • Hola, buenas noches. Acabamos de conocer la noticia que llevábamos varios días esperando, el estallido de la guerra en Irak. Según adelanta un boletín de la Agencia EFE, fechado en Washington, el presidente estadounidense George Bush ha anunciado, con un discurso desde la Casa Blanca, que han comenzado hace unos minutos los ataques selectivos a objetivos militares. Según el mismo teletipo, el mandatario norteamericano “afirmó que ésta es la primera fase de una amplia campaña militar destinada a acabar con el régimen iraquí del presidente Sadam Husein”. La redacción de nuestros servicios informativos, nuestra corresponsal en Washington y los enviados especiales a Bagdad ya están trabajando para traerles lo antes posible la ampliación de esta, como decíamos, terrible pero esperada noticia…
  • Gracias, Lourdes, por traernos la más candente actualidad, aunque lo cierto es que hubiéramos preferido no tener que escuchar esa información. Como ya les ha adelantado mi compañera, en breve podremos tener más datos de este suceso que marcará el devenir de los próximos no ya días, sino quién sabe si meses… Por nuestra parte, terminaremos el especial que habíamos dedicado a las bandas sonoras de Michael Nyman y a las cuatro y media cortaremos para dar paso a los servicios informativos, ya ininterrumpidamente hasta las siete, cuando arranque “Buenos Días”…

Lourdes salió del estudio de radio casi con lágrimas en los ojos, pero especialmente cabreada por la impotencia que le provocaba aquella situación. Ella y Martín, como millones de personas en España, habían protestado en las calles y se habían manifestado en contra de la posibilidad de que el gobierno de su país se involucrase en ese conflicto, dando su apoyo a Bush.

A pesar de que la noticia exigía un esfuerzo supremo por parte de la redacción de informativos de la emisora, sus jefes le permitieron salir a su hora para que fuera a descansar un rato antes de iniciar la dura jornada del “día después”, así que recogió el bolso y los papeles que había dejado encima de la mesa y se fue a casa.

En la retina aún tenía frescos los fogonazos que, en la madrugada iraquí, equivalían a bombas y que, como si de una película de ciencia ficción se tratase, eran emitidos por las televisiones locales, así que cuando cerró la puerta tras de sí no fue capaz de entornar los ojos inmediatamente. Se fue a la cocina, preparó un colacao y encendió la radio para seguir martilleando su cabeza con lo que sus compañeros iban actualizando. Y, en medio de toda esa rabia acumulada, cayó en la cuenta de que en Buenos Aires todavía era medianoche y pensó que seguramente Martín estaría aún despierto.

Desde que su chico se fue para cumplir con el encargo de la empresa de poner en marcha allí una nueva delegación comercial, hacía ya dos semanas de eso, trataban de conectarse a internet todos los días para enviarse, al menos, un mensaje aunque fuese de buenas noches. Pero esa madrugada, Lourdes estaba tan rabiosa por todo lo ocurrido que pensó que lo único que salvaría al mundo de monstruos como Bush o el propio Husein –porque ella tampoco creía que Sadam fuera ningún santo- sería apostar al amor y quiso escribirle una carta, algo más larga de lo habitual, al hombre al que tanto quería y al que ahora tenía tan lejos, justo en una noche en que necesitaba esos “dos o tres segundos de ternura” a los que siempre cantaba Aute en los conciertos que habían compartido. Así que se conectó y las palabras fueron saliendo a borbotones como la sangre que mana de la herida…

“Mi querido Martín:

Hoy quiero escribirte una carta de amor. Hoy quiero convertir las palabras en lazos intangibles que anuden (aún más, si esto es posible) nuestros corazones. Hoy quiero creer que los sentimientos anidan en nuestras almas y que las quimeras son alcanzables. Hoy quiero dedicarte mis mejores líneas, las más puras, las menos contaminadas, los versos más exquisitos para tocarte con la yema de mis dedos lo más hondo del alma.

Hoy quiero escribir esta carta al amor más puro, al amor con mayúsculas porque quiero reivindicar su existencia y su disfrute. Y porque si algunas personas lo conocieran seguro que no pensarían en bombardear pueblos ajenos ni defender ideas o intereses propios en contra de vidas humanas, sean culpables o inocentes.

La luna llena ilumina el aire y tu ausencia se me antoja insoportable.

Hoy quiero apelar a esa sonrisa que dibujo cuando no te tengo delante y recuerdo anécdotas; a esos impulsos que siento de vez en cuando de pararme en medio de la calle para gritar tu nombre; a tus cálidas palabras y a la delicadeza de tus preguntas cuando temes interrogarme, para seguir creyendo que el ser humano tiene alma.

Hoy quiero recordar todos los abrazos de los malos momentos y las carcajadas de los instantes felices.

Hoy quiero plasmar el brillo de tus ojos en este papel mate porque necesito fingir un mundo coloreado y reluciente.

Presento como pruebas para ganar este juicio todos los mensajes cariñosos que siempre nos enviamos y todas las lágrimas de felicidad que derramamos al unísono por envolvernos con una melodía o escuchar una frase impactante de labios del otro.

Hoy quiero escribirte esta carta porque eres mi ser favorito, porque eres a quien más quiero, tanto que sólo tu felicidad puede ser la mía, tanto que me enamoro de las cosas que tú amas.

La tristeza ante lo ya sabido, la impotencia ante lo ya conocido me abruma. Saber que es inútil cualquier esfuerzo, cualquier grito… Hoy necesito escuchar tu potente voz en mis oídos para convertir el eco de las bombas en olvidadiza pesadilla. Quisiera transformar todo este coraje, todo este odio, toda esta rabia en algo positivo. ¿Dónde están los buenos propósitos?

Quiero confiar en que los sueños están ahí para alcanzarlos, que son metas por las que hay que continuar en el camino, no luchar ni pelear. Son dos verbos que hoy no quiero utilizar.

Hoy me quiero manifestar con pancartas de amor hacia ti, lavar todas las sábanas que encuentre y llenarlas de eslóganes románticos. Quiero que toda esta gente que hay por ahí fuera sepa que te amo.

Ojalá estuviésemos viendo una película y las lucecitas verdes de la noche desértica se apagasen para que apareciese el fin en pantalla. Pero lamentablemente la sangre que brota de todas estas heridas no será pintura y los muertos no resucitarán para almorzar en el set de dirección.

Ésta no es una carta de salvación, de conciencia de que sobrevolamos las ruinas de la civilización y las miserias de la humanidad, sino una certificación de que nos queremos y de que por ese amor vale la pena vivir y de que, aunque se pueda pensar que la vida es asquerosa y sin sentido, de repente una luz como la tuya y un amor como el nuestro sirven para rescatarnos del hondo pozo de un día como hoy. Habrá gente que no lo sepa jamás…

Ojalá todo fuera tan sencillo como en la serie ‘Embrujadas’. Bastaría con mover las manos y hacer conjuros y cocinar pócimas para acabar con demonios como los que nos dirigen. Es muy triste saber que estamos dominados por ellos…

En esta triste noche, sólo puedo decirte que te amo más que nunca… El beso más cálido en la noche más fría… Luli”

Después de vaciar su corazón de aquella forma tan rotunda, se fue a dormir no sin antes besar la foto de la mesilla, ésa en la que Martín y ella se abrazaban a la sombra del Partenón mientras se carcajeaban por salir corriendo tras preparar el disparador automático de la Canon. Se dio cuenta de que necesitaba su abrazo esta noche, pero al tiempo pensó que él, al menos, lo sentiría cuando abriera el correo de madrugada o a la mañana siguiente, cuando ya la noticia fuera ‘vox populi’ y no sólo el avance para las ‘aves nocturnas’.

(Aldebarán, 29/05/07)

.......

(Este cuento, como otros publicados aquí, los escribí en el entorno de "El Invernadero", ese mágico lugar donde crecen relatos como plantitas, con calorcito y mucho amor. El próximo jueves arranca su nueva andadura...)

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Marito dice hoy...

"quién hubiera previsto aquella tarde
que el amor ese célebre informal
se dedicara a ellos tan formales"
(Mario Benedetti, "Los formales y el frío")

Tengo un calendario en la mesa sobre la que escribo. Cada día Mario Benedetti me regala unos versos que, a veces, coinciden con mi vida...

martes, 23 de septiembre de 2008

La distancia se salva...

En el exterior del imponente monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), aparece esta inscripción. Tanto las leguas como las varas eran medidas en la época de Felipe II, el rey que ordenó la construcción de este Real Sitio. Hoy no quiero hablar de Historia ni de Arte, sino de distancias. La traducción de esas 6 1/2 leguas y 1.191 varas equivaldría a los 37,10 kilómetros actuales. Pero, según la guía de carreteras, hay 48 ó 56 desde la capital, según se elija una ruta u otra diferente.

A veces ocurre eso: hay que recorrer más distancia aunque los puntos no varíen su posición inicial. No siempre la línea recta es la mejor. Está claro que, a veces, aunque las avenidas principales estén muy alumbradas y llenas de escaparates atractivos, es mejor perderse por los callejones oscuros y dejarse guiar por los músicos lánguidos que interpretan sus melodías en algún rincón empedrado...

Para concluir con esta pequeña disertación sobre las distancias, aquí va uno de esos carteles que parecen demostrar la anterior teoría. En Andalucía, en el sur de España, encontré hace poquito la siguiente indicación: Barcelona, según parece, queda cerquita... En realidad hay casi 1.000 kilómetros desde este punto de la costa entre Málaga y Granada hasta llegar a la Ciudad Condal. No sé si este cartel pretende animar a quien conduce o simplemente recordarle que, kilómetro arriba o abajo, se llega... Ahí os dejo la reflexión...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Espiando el sueño ajeno

"Por la mirada se siente frío,
se sabe
cuándo pasar o doblar la apuesta,
cuándo correr y abrazar,
y cuando cantar te quiero..."
(Jaime Roos, "Por la mirada")

jueves, 18 de septiembre de 2008

El ombligo del mundo

"Te Pito Te Henua" es el "ombligo del mundo" para la antigua población de Rapa Nui (Isla de Pascua). Para quienes viajamos desde cualquier rincón del orbe con la intención de conocer ese lugar tan incógnito y que provoca tantas inquietudes, esta roca es un punto obligado de visita. Los guías suelen hacer dos pruebas infalibles que prueban la 'magia' de esta piedra redonda: colocan una brújula sobre ella para que la aguja se vuelva loca (comienza a girar y no apunta a ningún lado) y dejan el coche en punto muerto en una cuneta para que ascienda solo marcha atrás. La explicación de todo esto es puramente 'física': la piedra está imantada.


Justo seis años de esta visita que relato, estuve en otro "ombligo del mundo", el de Delfos, en Grecia. Según la mitología, Zeus ordenó que dos águilas salieran de cada extremo del mundo y el lugar donde se encontraron y dejaron caer (literalmente) un huevo (señalado con una roca) fue ése. Allí creó el santuario, después consagrado a Apolo, que se convertiría en destino de peregrinación para quienes querían consultar el oráculo de los dioses a través de la sacerdotisa (o pitonisa).


Seguro que existen otros lugares en el planeta que simbolicen lo mismo (sé que si algún día conozco Macchu Picchu sentiré lo mismo, tenga o no ese significado, porque, por encima de cuestiones lógicas, sigo guiándome por la magia en este tipo de cuestiones). Pero resulta muy curiosa esa necesidad del ser humano por situar (geográficamente) el centro del mundo, ese punto que sirve para la fundación, para el origen y crecimiento de un pueblo o de una civilización.


El peligro llega cuando, a veces, ese mismo ser humano se cree el ombligo del mundo y olvida todo lo demás...

sábado, 13 de septiembre de 2008

El Gato Utópico en las calles de Amelie (y III)

Hace un año conocí este rinconcito de la Ciudad Vieja, el Café Brasilero. Me viene bien la efeméride para seguir hablando del encuentro El Gato Utópico-Amelie en las calles de Madrid. El blog de Gabriel ha sido, desde su creación, lugar de encuentro para mucha gente, hasta el punto de que ha llegado a motivar quedadas reales, como la que protagonizamos el pasado fin de semana, pero sobre todo como la que vivieron Casandra, Fiorella y Lucía en este pequeño café montevideano hace algo más de tiempo.

Cuando Gabriel me escribió comentándome que viajaría a Madrid porque un amigo músico actuaba aquí y que quería aprovechar la ocasión para que nos conociéramos, me pareció lo más normal del mundo. Lo que quedaba fuera del guión previsto era todo lo que vendría a continuación...

Cuando más felices estábamos con nuestro paseo por las calles de Lavapiés y La Latina, tomando mate con Carol y charlando de cualquier cosa de la vida, recibí una triste llamada que me comunicaba el fallecimiento de un familiar cercano. Y este hombre, al que no hacía ni 24 horas que conocía (aunque los límites del conocimiento y desconocimiento se diluyen muchas veces en la red), se ofreció para hacer 800 kilómetros en coche (400 ida y otros tantos de vuelta) para cumplir con el luctuoso compromiso que debía llevarnos a mi familia y a mí a Badajoz. Finalmente logré convencerlo para dejar ese viaje en 'sólo' 160, los 80 de ida y vuelta que separan Madrid de Sotillo de la Adrada (mi pueblo natal), donde mamá y papá debían cortar urgentemente sus vacaciones para preparar una apresurada y lacrimógena maleta.

No pude mostrarle, como a mí me hubiera gustado, el "Guernica" de Picasso o el tradicional Rastro, pero me queda la tranquilidad de que él sí pudo disfrutarlos después de ese agitado viaje nocturno. También me alivia pensar que Gabriel no era un turista solitario por Madrid, sino que ya tenía a Carol para guiarle por las céntricas calles (o para tomar una 'birra' en su 'curro'). El encuentro fue extraño y dejó el sabor agridulce de una despedida imprevista, pero supuso la confirmación de que la vida está llena de magia y de que, como bien dice este amigo utópico, "al final venceremos".


¡¡¡GRACIAS, AMIGO!!!

viernes, 12 de septiembre de 2008

El Gato Utópico en las calles de Amelie (II)

Llegué al blog de Gabriel Tuya hace algo más de un año, por una de 'casualidades' que siempre te hacen llegar a algún rincón interesante, buscando cosas de Líber Falco, pero nunca le dejé ningún comentario (imagino que era una época en la que disfrutaba bastante menos con esto de las visitas virtuales). Más adelante, el fotógrafo Iván Franco -el gran amigo que me 'presentó' a este poeta uruguayo- me escribió contándome la nueva de que había encontrado un blog en el que se hablaba de Líber y diciéndome que iba a ponerse en contacto con el tipo. ¡¡¡Era El Gato Utópico!!! ¿Casualidad?
Un año después, por obra y gracia de uno de esos círculos que hacen que la vida sea algo interesante, El Gato Utópico tuvo frente a sus ojos (reales) las imágenes que presiden el rinconcito naranja (real) donde Amelie escribe gran parte de sus textos: dos espléndidas fotografías en blanco y negro (regalo de Iván) y un grabado con el "Fuera locura, pero hoy lo haría", del amigo Líber.
Continuará...

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Gato Utópico en las calles de Amelie (I)

Esta foto se tomó el pasado sábado, en pleno brindis por la vida (el relato de este momento llegará en otro ratito, hoy estoy tan lluviosa como el cielo y no doy para más...), y no podía faltar por este rinconcito. El 'valenciano' Gato Utópico se paseó por las calles de Madrid con Amelie. Gracias, Carol, por tu mirada cómplice y sobre todo, por tu abrazo post-llamada. Al amigo Gabriel, imposible decirle más: hay gestos para los que no hay palabras...

sábado, 6 de septiembre de 2008

Lo necesario

No confío en las casualidades. Creo más en la ironía del destino juguetón que se ríe de nosotros. Hoy, enésimo día que afronto la exhaustiva tarea de rellenar esta página alba con garabatos más o menos inteligibles, acudo al diccionario y permito al caprichoso azar que abra el libro por el apartado de la “N”.
No, no es casualidad que NECESER y NECESIDAD vayan de la mano en esta hoja. Sin intermediarios, sin barreras, sin obstáculos.
Esta casa encierra el latido de un corazón que, aunque pudiera parecer lo contrario por la soledad que me rodea, no es el mío. Hace poco tiempo descubrí que en mi cuarto habita un ser vivo y, desde luego, no soy yo.
Una noche de estío tomé un vuelo sin retorno hacia el resto de mi vida. Ignorante de la teoría del no-regreso (aquella que defiende que la persona que emigra nunca es idéntica a la vuelta), creí que los papeles que mi mano derecha estrangulaba, un pasaporte y un billete de avión, garantizaban el retorno.
Aunque ahora el espejo devuelve diariamente el rostro de aquella mujer que partió y la matutina infusión amarga continúa abrasando sus resecos labios, su corazón quedó anclado en otro mar y, en el supuesto retorno, un sucedáneo rojo ocupó su lugar.
Pese a su rubor, esta maleta se hace fuerte en el suelo de la habitación y, lejos de querer embarcarse en otro nuevo viaje, como alguien sugirió, encierra en sus férreas paredes la diáfana memoria de un pasado vagabundo.
El carrete de fotografías que gasté de principio a fin con mis compañeros de expedición, primeros planos, momentos dulces, bellos paisajes, risas interminables, sigue guardado en el sobre que me entregaron en la tienda tras su revelado.
Las imágenes empiezan a combarse, el papel ya está ajado por el tiempo y los colores desvaídos, pero no quieren salir de ahí. Cuando alguna vez he tratado de quitarles ese envoltorio para guardarlas en su álbum correspondiente, he sentido el escalofrío de quien entierra a alguien querido. Como si la tapa de cartón fuese una lápida infranqueable y mis pobres personajes quedasen sepultados tras ella.
Junto a las fotos, conservo las postales compradas y jamás enviadas, inequívoca referencia de la excepcionalidad de este viaje. Vistas de las playas, del centro de la ciudad, de sus monumentos más conocidos, de sus parajes más hermosos… Todos esos reversos siguen tan vírgenes como cuando cayeron en mis manos. Así continuarán…
Al levantar estos paisajes ficticios tropiezo con la cuenta del restaurante donde festejamos tu aniversario. No es que esta reliquia dineraria guarde un significado especial pero sí evoca aquella delirante escena, cuando a falta de velas para la tarta del postre, pedí al camarero un encendedor para prender ¡¡¡un palillo!!! Te hice soplar para pedir un deseo… Lamentablemente, no fui yo…
Sujeta a esta nota atesoro un incunable, tu único manuscrito: un plano de la ciudad con los trazos de tu dibujo y la cálida dedicatoria de quien cumplió 36 años el día anterior y lo festejó con una extraña sorprendentemente cercana.
Sigo escarbando en los sesos de esta memoria roja que se resiste a la derrota que supondría su desalojo. Como “amantes okupas” permanecen anudados en su interior la tarjeta telefónica que compramos el primer día y la factura del hotel donde nos dijimos adiós.
Un bolígrafo azul asoma su punta entre los papeles. No sé dónde estará la tapa, pero sé que la tiene. Yo, al menos, la guardé. Éste es un nuevo habitante del neceser. A la vuelta de aquel viaje yo siempre manchaba las hojas con él, como una forma de mezclar tus huellas con las mías.
Mas su tinta se agotó. No sé si aquello tendría algún paralelismo con mi sangre…
Ahora esta pluma viaja en el interior de esta nave roja, como aquellos cuadernos que compartimos y que enterré para no extrañarte aún más.
Una etiqueta de Iberia adherida a una de las paredes del maletín me recuerda quién era yo antes de partir. Ahora ni lo sé…
Alguna vez me he armado de valor y he abierto el neceser para vaciarlo con las ganas de quien acomete una empresa importante. Pero una doble cremallera ejerce de celosa guardiana que vela ante ojos ajenos por la castidad de este tesoro: un montón de objetos almacenados que me hablan y me ruegan que vuelva a cerrar para no evaporarse, para no desvanecerse, para continuar en su embalsamamiento nostálgico.
No preciso joyas o riquezas para subsistir. Me bastan para ser feliz aquellas pequeñas cosas a las que cantaba Joan Manuel Serrat y por eso para mí lo imprescindible está guardado en esta maleta. Estoy convencida de que, igual que los nombres de las personas tienen relación con quienes son, así sucede con los objetos.
No, no es casualidad que este corazón rojo se llame NECESER, porque alberga todo aquello que es NECESARIO.
No, no es casualidad que NECESARIO desfile antes que NECESER en las páginas del diccionario y que después aparezca NECESIDAD, que significa carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida. Como tú.
No, no es casualidad que hoy se cumplan NUEVE meses desde que te conocí y, por tanto, parir esta historia sea LO NECESARIO.
(Aldebarán. Escrito en mayo de 2003)
.......
Este cuento surgió, como otros tantos,
del taller El Invernadero. Ojalá os guste...

jueves, 4 de septiembre de 2008

Montevideo es ELLA

Andrea es una querida amiga, a la que llegué a través de Daniela, que es una querida amiga a la que llegué a través de Carol, que es una querida amiga... Tres grandes mujeres. Nada mal este arranque para hablar sobre una ciudad, Montevideo, que, en mi opinión, es ELLA. La amiga Dumpiérrez (Andre) me visitó en marzo pasado y, en una de nuestras incontables charlas en los pocos (¿pocos?) días que pasó en la 'orange house', mantuvimos un hermoso debate sobre si Montevideo era masculina o femenina, es decir, si diríamos "el Montevideo" o "la Montevideo".

Y así, sin mucha elaboración previa, le dije a Andre que Montevideo es rambla receptora, es bahía abierta, es orilla mojada, que, en definitiva, Montevideo es mujer. Le puse como comparación Buenos Aires, su vida de espaldas al río y, más allá del tango, "Mi Buenos Aires querido" (con 'o'), su símbolo ¿cuál es? ¡¡¡El obelisco!!! Símbolo más fálico no hay...

En cambio, toda la gente uruguaya que he conocido fuera del paisito te dice que lo que más extraña de Montevideo es ¡¡¡La rambla!!! La ciudad vive paseando al borde de sus aguas (o bañándose en ellas) o le cuenta sus secretos mientras toma mate como esperando un abrazo maternal o simplemente respira para recibir una bocanada de aire fresco (o un beso en los labios). Para añadir algo más (de peso) a favor de mi argumento, incluiré aquí el comienzo de una carta abierta que Joan Manuel Serrat escribió, hace muuuuuuuuucho tiempo (septiembre 1999), a esa ciudad que -como yo- ama: "Querida (con 'a') Montevideo..."

Espero que este asunto os mueva alguna cosilla y os animéis al debate...

martes, 2 de septiembre de 2008

Por el mundo

"Por el mundo camino entre los rostros
buscando el tuyo,
entre sombras que no hace tu cuerpo,

entre besos que no ofreces,

bajo nubes que no te acompañan;

y cuando abro los ojos
al despertarme
es como si me hubiese caído de la tierra".
(Carilda Oliver Labra, "Por el mundo")

(En esta calle de Matanzas, Cuba, vive todavía esta poeta de versos tan sensuales, tan viscerales, tan de cada un@ de nosotr@s)