lunes, 26 de enero de 2009

El año de l@s búfal@s

Nunca había escuchado hablar de Ludovica Squirru hasta que mi amiga Marcela (que vive en Antoniópolis, Rocha) me encargó su libro. Era diciembre de 2007 y, aunque ella reside en Uruguay, es de Buenos Aires, donde ese famoso 'libro de Ludovica' se vende a finales de año (desde hace 25) como si fuese la única publicación sobre la faz de la tierra, así que me pidió que, aprovechando un fin de semana que yo iba a tierras porteñas, se lo comprase. Finalmente lo encontré en Montevideo y pudimos disfrutar en el rancho de una noche de "lecturas inquietantes" (como diría mi amiga Paula, la culpable de que yo tenga el de 2009) con las predicciones para 2008.


Ludovica publica las predicciones para el siguiente año según el calendario chino basándose, para ello, en el I-Ching (literalmente 'libro de las mutaciones', libro oracular chino con textos escritos alrededor de 1.200 a.C.) Y me gustó tanto aquella noche delirante de vino y cerveza con las lecturas para el año de la rata que este año, que es el de l@s búfal@s, o sea el mío (yo soy del 73), le pedí a Paula que, cuando viniese de Buenos Aires, se trajese ese regalo. Sin falta. Y lleva conmigo desde la noche del 31 de diciembre. Ya estaba avisada, por una amiga que vive en Pekín, de que todas las decisiones que quisiese tomar en este año debía pensarlas y meditarlas antes de que llegase para luego ejecutarlas durante 'mi' año. Y eso hice. Durante buena parte de 2008 me dediqué a pensar y a planificar de qué irá este 2009, eso sí, sin descuidar lo que vivía (¿de qué sirve planear el futuro si no se vive el presente?)


Ahora os traigo parte de lo que dice Ludovica en su libro, por si a algun@ de l@s búfal@s que andáis por ahí os interesa (sé que un@s cuant@s de quienes me leéis lo sois, así que ¡¡¡va por nosotr@s!!!


"Su amiga, socia y compañera entrañable, la rata, se encargó de mover los cimientos, arar la tierra en todo sentido para sembrar la semilla fundacional que los encontrará más alertas, sabios, abiertos, receptivos para continuar con la tarea que les ha legado desde tiempos inmemorables, por ser el signo que representa la tradición, el trabajo y la familia (...) Estarán como bambúes, plumas de avestruz, nubes que se evaporan en el cielo detrás de un arco iris, sintiendo la levedad del ser y siendo observadores y protagonistas simultáneamente (...) Sabe que su trabajo tiene calidad y cantidad de tiempo, y su corazón empieza a abrirse para recibir las recompensas de su trayectoria, lealtad, integridad y coherencia (...) Será reconocido, aplaudido, reclamado para seguir en el trabajo en lo echado a perder como guía, consejero, artista ecológico, defensor de los más débiles e indefensos. Dice el I-CHING que del interior de la tierra surge un árbol: tiempo del ascenso. Del mismo modo el noble se deja guiar por la virtud y poco a poco se va haciendo ilustre y grande (...) Es líder en la comuna por su sentido realista, frugal, solidario y original (...) El buey solo se lame las heridas, pero en su año pedirá ayuda. Buen síntoma. No quiere sostener más sobre su espalda el karma de la familia, socios, amigos, cónyuge o harén. Finalmente empieza a disfrutar, a gozar del ocio creativo, de los recreos, vacaciones, citas de amor en valles, esteros, pantanos y metrópolis, a sentir que puede delegar responsabilidades y el mundo sigue andando (...) Su visión del mundo cambiará, integrará a los desvalidos, enfermos, débiles, e intentará adaptarlos a la comunidad. Sentirá un antes y un después en su año (...) Una época para dejar atrás el tiempo viejo y prepararse para el despegue".

(Extractos del libro "Horóscopo chino 2009", de Ludovica Squirru, editorial Atlántida)

viernes, 16 de enero de 2009

¿Cuándo podemos decir que conocemos una ciudad?

Quienes seguís El Rincón de Amelie, sabéis que he salido unos cuantos días de viaje: mi primera incursión en tierras italianas. Ya sé que mucha gente se sorprenderá de que una española haya ido infinitas veces al otro lado del mundo y, en cambio, ninguna a Italia. Pero no tengo explicación posible. Quizá el momento era éste y no otro... 

Mi amigo Juampe me conminó un día a que explicara mi amor por la música del siciliano Franco Battiato, pero aplazo este tema a otra ocasión. Hoy me centraré en este reciente periplo meditérraneo: salimos el lunes de Barcelona en coche para llegar, a través de la costa francesa, al norte de Italia: las regiones de Liguria y Lombardía.

Dos argentin@s (Paula y Teo), una catalana (Mercé) y yo componíamos la expedición rumbo a tierras incógnitas para l@s cuatro, aunque he de reconocer que, después de hacer una exhaustiva búsqueda de rutas, alojamientos y datos de interés, yo llevaba una cierta ventaja sobre el resto del grupo. 

Pero tampoco voy a contaros el viaje (quizá actualice de una vez por todas mi otro blog, Nunca fui al estadio Centenario; os invito a verlo si no lo conocéis). Sólo quería hablaros de un tema que surgió durante los recorridos y que dio para unos cuantos debates y, sobre todo, para unas cuantas risas (por las cervezas que justificamos en base a esta pregunta): ¿cuál es el criterio para decir que conocemos una ciudad que visitamos durante un viaje, sea por el motivo que sea? Paula sacó a relucir esta cuestión porque, durante las fiestas navideñas, habían hablado sobre ello con otro grupo de amigos y, entre los argumentos que se dieron, estaban los siguientes:
  1. Pernoctar.
  2. Tomar una cerveza (o cualquier otro licor) o comer en alguna taberna (bar, restaurante) típica. 
  3. Visitar sus lugares típicos (léase museo, monumento...)
Yo añadí a esa lista algo que siempre dice mi amiga Carmen: los mercados son un buen baremo para medir una sociedad. Llegar a ese lugar donde se mezclan los olores, los sabores, las voces, los aspectos de la gente local y tratar de involucrarse en esa cotidianidad, efectivamente, es un buen criterio así que, por extensión y desde mi experiencia, yo dije -para enriquecer el debate- que una ciudad es, en buena parte, su gente, por lo que relacionarse (compartiendo charla, paseo, amores) con l@s lugareñ@s es un buen medio para afirmar que se conoce esa ciudad...

sábado, 10 de enero de 2009

Más nieve...

Explanada del Templo de Debod
(aunque en la foto no puede advertirse,
el lago que rodea al monumento estaba helado)

Vista del monumento a Cervantes,
en la Plaza de España,
a través de un árbol nevado...
Plaza de Guardias de Corps,
frente al Cuartel del Conde-Duque...

viernes, 9 de enero de 2009

Vuelvo... y lo hago con nieve

Después de todas estas fiestas sin aparecer por este rincón, vuelvo... y lo hago con la nevada que ha caído sobre toda España, pero especialmente en Madrid donde hacía muchíiiiiisimos años que no cuajaba así como hoy. Esta mañana regresé a casa de trabajar y, al salir del metro, hacía un frío que congelaba cualquier idea, pero era más una sensación térmica, pues sólo estábamos a un grado bajo cero (nada comparable a los -5 de la mañana anterior). En sólo cinco minutos, los que tardo en llegar a casa, empezó a nevar. Me emocioné tanto que salí a la terraza a grabar un vídeo (que no he conseguido subir, sorry) y a hacer fotos. A falta de batalla de bolas de nieve, es un buen sucedáneo...

Al despertar (a las 14.30), la copa del árbol que tengo frente a mi ventana estaba totalmente nevada y me emocioné otra vez. Como si fuera niña y jamás hubiera visto la nieve. ¡Qué sensación tan hermosa, tan gratificante, tan ilusionante!

Ahí va lo que se ve a estas horas desde la ventana... Que lo disfrutéis...

La visión de los tejaditos desde la terraza...

Desde el lugar donde escribo...