sábado, 19 de junio de 2010

De Torres García a Saramago

El viernes era una jornada de trabajo como otra cualquiera; la única diferencia respecto al resto de la semana es que marcaba justamente el fin de ésta. Por fin llegaba el ansiado weekend para descansar (o, al menos, intentarlo en vísperas de esperadas visitas). De repente, una de mis compañeras me hizo un obsequio inesperado, sin venir a cuento, sin ningún motivo aparente. Y me emocioné: primero por el detalle; segundo, porque era un llaverito de ésos que suelen encontrarse en los puestos de la montevideana peatonal Sarandí o en los alrededores del Mercado de los Artesanos (y, por supuesto, dentro de éste), de ésos con muchos colores y con formas geométricas que imitan la obra del Joaquín Torres García.
- Entre las cosas de la mudanza, apareció esto y pensé que te gustaría, como siempre estás hablando de Uruguay... En realidad, no sé ni por qué lo tengo, supongo que me lo regalaría alguien alguna vez.
- ¿Pero no sabes lo mucho que me gusta Torres García?
- No, pero si yo no sé ni quién es. Mira, me alegra saber que algo que yo tenía guardado en un cajón y a lo que no daba ningún valor, a ti te haga tanta ilusión.

Efectivamente, ella no conocía a JTG ni mi obsesión por su vida y su obra. Me vi describiéndole su Museo (sobre la misma peatonal), hablándole de su estancia en Cataluña, contándole el mal fario que sobrevoló parte de su carrera, explicándole que le apasionaba la relación de la infancia con el arte y de cómo creó juguetes decorativos, narrándole cómo dejó muchos textos con sus reflexiones sobre un montón de asuntos, recomendándole que visitara el Reina Sofía (donde, afortunadamente, tenemos una sala con cuadros suyos).

Otra compañera (nuestra jefa, en realidad) se unió a la agradable charla, diciendo que le encantaba este pintor desde que lo había descubierto y que, hace poco, había visto cuadros suyos en París. Y mientras la primera, la que me hizo el regalo, empezó a bucear en internet y a maravillarse con lo que iba encontrando, yo explicaba que también me gustaba mucho el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, a lo que ésta respondió que estaba muy bien, pero que era muy triste.

En ese instante, confesé que, de alguna manera extraña, me atrapaba la tristeza, pero que en el arte muchísimo más y que, por eso, me gustaban tanto el tango y el fado. Debí añadir en ese momento que también por eso me sedujeron las calles de Montevideo y Lisboa.

Otro que se enamoró de esas rúas fue José Saramago, cuya muerte conocí instantes después de ese intercambio artístico que detallaba antes. Dicen que la primera vez que fue a visitar a Mario Benedetti, al que admiraba profundamente y a quien había conocido no hacía mucho tiempo, se sintió inmediatamente atraído por la capital uruguaya. Imaginando su sensibilidad y su alma portuguesa, supongo que identificó a la dama de gris (como dice mi amigo Gato) con la nostalgia que destilan las calles lisboetas, esa especie de decadencia y de tiempo detenido que te envuelven en una extraña ensoñación...

Y en esas mismas calles montevideanas alguien me habló de "Ensayo sobre la ceguera" justo unos días antes de que comenzara el rodaje de "Blindness", la película de Fernando Meirelles basada en esa novela de Saramago, en la Ciudad Vieja. Muy cerquita de "Imaginario sur", esa tienda adorable en la que pueden encontrarse muchos regalos artesanales con recuerdos de Torres García, el personal técnico del rodaje se las arreglaba para que un par de cuadras de la calle Colón pareciera ese lugar fantasmal que encuentran los personajes en un momento de la película.

Y todo esto venía porque ayer alguien me regaló un llaverito torresgarciano unos minutos antes de que Saramago se despidiera de este mundo...

3 comentarios:

el gato utópico dijo...

Hermoso posteo... hay tanto nombre, tanto lugar, tanta cosa cercana.
Cuando vi al viejo Torres García en el Reina Sofía sentí una cosa que no se puede explicar.
Cuando estuve el año pasado en el Museo Torres García de Montevideo me sucedió exactamente lo mismo...
Con Lisboa me pasa que siento una voz desde hace tiempo, mucho tiempo ya que me llama. Y no veo la hora ni el momento en que pueda ir. Cómo no sentirse cómodo Saramago en Montevideo... porque yo imagino Lisboa como si fuera Montevideo... después de todo, a Pessoa le pasaba lo mismo, creyendo que Montevideo sería como Lisboa.
De nuevo, hermoso post querida amiga... para vos un abrazo grande

Unknown dijo...

Querida Amelie:

Me pasó algo increíble. Bueno, no exageremos. Pero fue raro.
Pasaba yo por mi cuarto, en que estaba la tele encendida y me engancho con una película que no tenía ni idea de cual era. Solamente vi a la Julien Moore y me enganché. Entonces empiezo a sentir que había algo familiar en el ambiente. Yo me dije, si no fuera una película con estos actores dirìa que esto es Montevideo. Pero era un Montevideo raro. Al rato me avivo de que estaban todos ciegos menos ella y me dije, está clavado, esto es "Ensayo sobre la ceguera", pero mirá si la van a filmar en Montevideo. Y de repente veo, entre el desorden de un supermercado, una bodeguita de madera que decía "Pisano". Y ahí ya no me quedaron dudas. Qué lo parió. Lo que es estar desinformado. Acá todo el mundo sabía que habían estado filmando en la calle Colón y que había estado la Moore. Menos yo.
Me pasa lo que al Gato. Sueño con Lisboa. Hasta pienso que mis escapadas a Brasil son solamente una forma de acercamiento a Lisboa.
Cuando estoy en esas casas de arquitectura azoriana, con sus muros gruesos, sus pisos austeros de tablones toscos, las ventanas de guillotina y esos techos de tejas que le quedan tan bien al paisaje, me siento en casa.
Y sí, cuando veo fotos de Lisboa, con esa cosa medio descuidada, descascarada, me recuerda a Montevideo o a la Habana vieja.
Y también estaba pensando que nosotros aprendimos a mirar a Montevideo a través de los ojos de Torres, de Gurvich y ahora también,a través de los de Meirelles, que quizá sean los de Saramago.
Un beso desde esta Montevideo más gris y más fría que nunca.

amelie dijo...

Ahora sí, este invento me dejó subir la foto prevista al principio y que no me dejó. Dicho esto...

GATO: amigoooo, mil gracias por tus palabras. Efectivamente, lo de Torres en el Reina Sofía es muy fuerte, especialmente después de la nueva remodelación ¡¡¡porque hay una sala sólo para él!!! Y sí, sé que te encantaría Lisboa. A mí se me mezclaron todas las nostalgias que hallé en Montevideo, Río de Janeiro y La Habana, todas juntas. Mirá si no será hermosa... Y gracias por el apunte de Pessoa, que desconocía. Beso grande.

SANTI: Qué loco!!! Encuentro tu comentario justo después de que termine en mi dvd "Blindness". Creo que, después de tanto hablar ayer sobre el particular y escribir hoy, se me abrieron las ganas de volver a verla. Así que no sabías que la Moore anduvo por ahí, yo me la perdí por horas. Me parece una mujer fascinante y me hubiera encantado verla de cerca, la verdad. Para mí fue muy fuerte ver los preparativos y después descubrir en el cine todos los rincones, incluso algunos con los que no contaba y que reconocí al instante como "míos". Gracias por pasarte por este rinconcito que te extrañaba. Beso grande.