viernes, 4 de enero de 2013

Nueve años de Vida


El 3 de enero de 2004 entré por primera vez en aquella casa de Carabanchel. Lucía un sol espléndido, tanto como el de hoy. Yo iba refunfuñando. Me había gustado tanto la que había visto en el centro la tarde anterior que sabía que este cuarto piso sin ascensor en un barrio "periférico" no me atraería nada. Por supuesto, como tantas otras veces en la vida, me equivoqué. Tras hacer la correspondiente visita con la dueña, invité a la chica de la inmobiliaria a tomar una cerveza en un bar (que hoy ya ni existe): sabía que había encontrado "mi lugar".

Aunque su "cumpleaños oficial" es el 30 de enero (fecha en que pasó a ser de mi propiedad, bueno, mejor dicho del banco al que pago su hipoteca), hoy celebro estos nueve años de convivencia, nueve años cargados de Vida. Han sido much@s l@s amig@s que se han alojado entre sus paredes (tanto que ya ha sido bautizado por algun@s como el "Hostal Carabanchel"); muchos más los corchos de vino acumulados en tantos y tantos brindis; bastantes las fiestas, reuniones y/o encuentros gastronómicos celebrados; intensas las charlas mantenidas en todos sus rincones, empezando por la terraza y terminando en el dormitorio; anécdotas (algunas) que mejor olvidar; abrazos (infinitos) que mejor seguir atesorando; lindas las dedicatorias que pueblan las hojas de su libro de visitas...

"Ya se oyen las risas, los besos, las lágrimas, las caricias, las músicas, los sonidos de las copas y los cubiertos..." (9-4-2004). Con esta frase, mi mejor amigo -que parece conocerme bastante mejor que yo misma- adelantaba en una de aquellas primeras páginas lo que ocurriría en los tiempos siguientes, cuando yo ni podía imaginarlo.

Mi casita (que hoy es naranja, aunque cuando la conocí sus paredes eran blancas) crece al tiempo que yo lo hago. Su decoración (que ni siquiera está terminada después de tantos años) es tan variable como mi humor, pero si de algo estoy orgullosa es de que quien la pisa reconoce sentirse "como en casa". Y eso, de alguna manera, también habla de mí, de mi manera de ser, de mi forma de compartir mi vida, de mi relación con mi gente querida (o simplemente de paso).

Hace nueve años no imaginaba que hoy estaría escribiendo algo como esto, pues no tenía ordenador y mucho menos internet. Hace nueve años no soñaba con vivir tanta Vida.

2 comentarios:

el gato utópico dijo...

Y sí... todos los que pasamos por La Casa Naranja nos sentimos un poco en nuestra propia casa. Especialmente en aquel setiembre del 2010... cuando una amiga me dejó encargado de cuidar las plantas. Cómo no recordarlo si lo llevo prendido en el corazón?

amelie dijo...

Gato amigo: fueron unas cuantas las compartidas allí, sí, tienes razón. ¡Qué lindo saber que mi casita naranja anda prendida en corazones lejanos! Besos desde este lado del mundo.