martes, 22 de enero de 2013

Piezas de mi colección privada

El museo del Prado estaba hoy lleno de peques. Había varias excursiones organizadas por colegios, con sus pacientes profesoras al frente (y en medio y al final, para que nadie se dispersase) de las hileras uniformadas de niños y niñas que anudaban sus manitas para no extraviarse. E iban cruzándose por mi camino todo el tiempo. Y yo observaba sus caritas ojerosas, cansadas, traviesas, divertidas, al tiempo que me sumergía en el siglo XVII español a través de su pintura. Y trataba de adivinar si aquellos chavalines podrían paladear (como yo) el aire encerrado en "Las Meninas" o simplemente se fijarían en el perro tirado a los pies de la infanta Margarita y se identificarían con el juguetón de Nicolasito Pertusato.

Menos trabajo me costó traducir lo que observé "dos siglos después" en un piso inferior, durante la visita que, cada cierto tiempo, hago a mi perro. Allí, entre las trece pinturas negras que Goya inmortalizó en la Quinta del Sordo, una pareja madurita jugaba a la infancia. Aquella mujer y aquel hombre que apenas enlazaban un par de dedos (como aquellos alumnos de la planta de arriba) y se miraban como si no hubiese otra manera posible de mirarse que esa pintaban ante mis ojos (y los de mi perro) un lienzo de brillantes colores que contrastaba con la trágica sala. Ella le susurró algo imperceptible a mis oídos y él la miró emocionado y la besó con ternura. No había nadie más alrededor. Me sentí el ser más privilegiado del planeta por ser la única espectadora de aquella performance. ¿Qué mejor obra de Arte que el Amor absoluto? ¿Qué mejor lugar, por tanto, para una demostración afectiva que una pinacoteca?

2 comentarios:

amelie dijo...

(Error: dije trece, son catorce las pinturas negras. Mil perdones)

Albertobé dijo...

Precioso retrato de un momento, Concha. Has empleado unas pocas pinceladas suaves y precisas, para atrapar en este texto un pedacito de tiempo, de tu tiempo. Gracias por decidir compartirlo. Es un regalo.


Dices que qué mejor obra de arte que el amor absoluto. Yo iría un poco más lejos y diría que el amor es el arte absoluto. No hay otro tema que haya influido de manera más poderosa en el arte, en el verdadero arte.

Un beso enorme y, por favor, sigue retratando tu tiempo.