miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sonrisas infantiles

(Mientras fotolog siga dando errores, traslado aquí mis comentarios diarios del otro rinconcito naranja)

El pasado 3 de diciembre hice mi segunda visita a Colonia (sin contar las innumerables veces que esa ciudad ha sido escala rumbo a Montevideo o a Buenos Aires). Mi amiga Daniela y yo nos dirigíamos hacia la ciudad vieja, su rincón más pintoresco, cuando tropezamos en una céntrica plaza con un grupo de niñ@s, acompañado por las maestras. Debía de tratarse del último día de clase y estaban tod@s festejando, almorzando y divirtiéndose. Las profesoras iban inmortalizando con sus cámaras aquellas caritas. Y yo sentí mucha envidia. Quería retratar todas aquellas escenas. Pero el pudor que siempre me asalta con l@s niñ@s (salvo cuando son hij@s de gente querida) no me dejó...

L@s niñ@s, que son mucho más sabi@s que nosotr@s, parecieron darse cuenta de algo. O simplemente me vieron pinta de extranjera. Empezaron a pedirme, a los gritos, que les sacara una foto. Y se fue corriendo la voz: primero un grupo, luego otro... Retratos de niños y niñas sonrientes, disfrutando de esa jornada al aire libre, y sintiéndose importantes sólo por posar y, después, mirarse en la pantalla digital. Se reían de los gestos que ponían otr@s compañerit@s y me miraban llenos de alegría al ver las caritas propias retratadas.

Me emocioné pensando que much@s niñ@s que conozco nacieron pegados a una cámara de fotos y están más que acostumbrados a mirarse reflejados en la pantalla digital. Para est@s chic@s de Colonia, esa petición que me hicieron no era habitual, sino que formaba parte de su jornada festiva. O, al menos, así lo sentí...

Anoche, fui al aeropuerto de Madrid-Barajas a despedir a mi amiga Yvonne, compañera de Efe que, después de un año viviendo en España, regresa a su Perú natal. Su sobrina Lorena logró, a sus 7 años, sacarme las lágrimas que no había sido capaz de soltar desde que volví de vacaciones. Cuando estábamos despidiéndonos, esa niña, que no me había dado mucha bola al principio de la tarde y que, sólo un rato después, me mostraba ufana sus 'inventos' con el carro de las maletas, me dijo: "Mi tía me hablaba mucho de ti; yo ya te conocía porque ella dice que te gusta mucho América".

Es increíblemente hermoso comprobar cómo las sonrisas infantiles son capaces de arrancarnos las lágrimas más emocionantes del mundo...

1 comentario:

FLACA dijo...

Entrar aquí y leerte es continuar, también aquella conversación. Muy probablemente esos niños de escuela pública ( llevan moña azul y túnica blanca (no uniforme) no fueran de Colonia, sino que estarían haciendo el paseo de fin de cursos, por eso estaban comiendo en la plaza. Si no, muy probablemente hubieran estado con sus computadoras portátiles, que es como comúnmente se ven en la calle. Yo también me emociono y también les he sacado fotos que me da pudor publicar. La cara los vende: están felices.

Ayer no comenté tu entrada anterior, a la hora que tendría tiempo para escribir ya se me cierran los ojos de sueño.
Quiero decirte que suscribo totalmente las palabras de Santiago. Ya estoy pensando en la buseca o en el guiso de lentejas que nos debemos para el invierno.
Va un abrazo enooooooooorme y el deseo de toda la felicidad en estas fiestas. Ojalá pudiera enviarte un poco del calorcito de aquí.