sábado, 3 de abril de 2010

Erizarse o no

"La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalitos falsamente indolentes, tremendamente solitarios y terriblemente elegantes".
(Muriel Barbery, "La elegancia del erizo")

Aunque no me considero una persona religiosa (por favor, no confundir religiosidad con espiritualidad), puedo afirmar que estos días de Semana Santa han estado llenos de revelaciones importantes y no sé si están provocadas por la lectura de este libro o si este éxito editorial ha llegado a mis manos en el momento justo para que éstas apareciesen.

De todas ellas, una me produjo una sensación agridulce. Por un lado, la satisfacción del reconocimiento. Por otro, la certeza que siempre tuve (aunque nunca quise reconocer) de que mi escaparate anterior no era el adecuado, lo cual es a todas luces injusto.

No me considero un erizo ni tampoco sé si soy especialmente elegante, pero es cierto que he tenido que mudar algunas de mis costumbres sólo para que otras personas puedan visibilizar lo que ya era mi accionar cotidiano. A veces nos colocamos máscaras sólo para que el resto del mundo no nos vea; en otras ocasiones, no nos permitimos ver más allá de nuestras narices, aunque lo que haya delante resplandezca de forma natural, sin artificios ni pretensiones vacuas.

2 comentarios:

Alforte dijo...

No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Esta semana santa te veo lucidamente reflexiva.
Besos lúcidos.

fiorella dijo...

Máscaras para ocultarse y que nos vean diferentes, para sobrevivir en un comienzo y que luego son una cárcel. Leí el libro y me gustó mucho. Hay un libro que se llama Vivir sin máscaras de la autora Susan Thesenga, vale la pena. No te veo nada de erizo.Un beso