jueves, 12 de febrero de 2009

Una (mínima) historia uruguaya

"(Déjales) Que defiendan la casualidad como principio
frente a la causalidad de los azares..."
(Luis Eduardo Aute, "El resto es humo")

Hace unos días, revisando los blogs por los que suelo pasearme, llegué al de Raúl, uno de mis visitantes más recientes. Su última entrada hablaba de una película uruguaya, "Gigante", pero sobre todo hablaba de un amigo, del que hacía mucho tiempo no sabía nada y que, por los avatares de la 'internetional' (como dice Aute), se había encontrado en una famosa red. Su amigo,
 con el que había coincidido en un antiguo grupo de teatro, era Horacio Camandule, nada menos que el protagonista del mencionado filme. Seguidora del buen cine uruguayo que se ha hecho en los últimos años (confieso que me incorporé a partir de "Whisky" y me encantaron "La perrera", "El viaje hacia el mar" o "El baño del Papa"), leí con atención su texto sobre otro éxito de la creación del paisito bla bla bla...

De repente llego a la siguiente crítica: "Camadule, hasta ahora actor de teatro, se ganó a la Berlinale con su gigante de ojos tiernos, empleado del turno de noche en un supermercado, que como todos sus colegas espía a los trabajadores a través de las cámaras de vídeo del establecimiento". Y me digo que no es posible, que no puede ser que se trate de la misma película...

A finales de septiembre de 2007, recibí un correo muy curioso. Un gran amigo (grande por la cercanía -a pesar de los miles de kilómetros de distancia- y por tamaño y, como le pasa a Camandule, con cara de bueno) me contó, por correo, una (mínima) historia uruguaya que, en sí misma, hubiera merecido una película. Omito los nombres, por respeto a quienes protagonizaron aquella escena tan surrealista y, por supuesto, a quienes finalmente están en el equipo de esta exitosa película (además, hay acotaciones no en cursiva para mantener el anonimato). Pero he decidido contarla (previa autorización) porque me parece una prueba demostrativa de que el mundo es un auténtico pañuelo...

"Me pasó algo increíble, casi surrealista pero digna del Uruguay. Me subo al (bondi) 116 y en una parada sube XXX (con quien había trabajado en "La Perrera"); al principio no lo reconocí pero él a mi sí, se sienta al lado y me dice ¿te acordás de mi? Ahí lo reconozco, nos saludamos etc. A continuación me empieza a decir que quería ofrecerme una prueba de casting para hacer el papel protagónico en una película!!!!! Yo lo miraba como si estuviera loco, en pedo o drogado, pero no, el tipo estaba re tranquilo y me lo planteaba con mucha convicción, que necesitaban un tipo grandote con cara de bueno, jajaja, que no conseguían actores con esas características, que me había visto en una entrevista (...) y que se dio cuenta que yo era el indicado, que el papel era el de un empleado de seguridad de un supermercado que
 se enamora de una empleada pero es un poco duro y tímido y no sabe cómo encararla, que no era tan difícil, que no tiene parlamentos largos... todo esto en lo que dura el viaje de la Ciudad Vieja al laburo. A todo esto yo insistía con mi negativa, que era incapaz de hacer eso (...) y que no servía para exponerme, que ni en pedo y que no y no y no. Bien, creo que al fin se convenció de que no iba a ningun lado conmigo, cuando me estaba bajando me grita: seguro ¿no?. Me parece una anécdota bastante rara, pero me divierte mucho contarla. ¡Es el Uruguay!"

(El 116 a su paso por el Teatro Solís frente al Bacacay)

Creo que no puedo añadir mucho más a esta historia, más allá de la sorpresa que me provocó leer semejantes artículos (reseñas, críticas, etc.) sobre una película que, a pesar de estar a este lado del mundo, conocía antes de su nacimiento y, como digo, del convencimiento de que el mundo es mucho más pequeño de lo que nos creemos, de que las conexiones que nos unen a las personas son mucho más fuertes de lo que somos capaces de advertir y de que es ridículo que los seres humanos se empeñen en acotar con fronteras espacios que van más allá de lo inimaginable.

13 comentarios:

CASANDRA dijo...

estoy con Raúl, en línea, acabo de subir un post sobre GIGANTE y me dice que entre a tu blog. El mundo a veces es maravillosamente pequeño y circular y la gente que lo habita puede que haga de la vida un momento bello, único y nada casual. Vamos cerrando el círculo, o mejor, vamos agrandando la rueda!!!

Raúl Avila dijo...

Obviamente las causalidades son muchas y muy lindas.
En el mismo momento en que te visito, estoy visitando a Casandra (ranchoaparte.blogspot.com) y estamos todos con GIGANTE.
A este paso deberíamos pedir nuestra cuota parte por la difusión (jeje).
Gracias por esta historia amelie (te cuento que para los memoriosos, el Bacacay será siempre el "Vasquito").
Un beso grande

CASANDRA dijo...

hecho: Cuando venga Amelie, festejamos el estreno de GIGANTE en el VASQUITO, SI?

amelie dijo...

CASS-RAÚL: jajajajaja, me cagué de la risa con eso del estreno. Sí, adelante con eso. Cuando hagamos la super-macro-mega-quedada bloguera, nos encontramos en el Vasquito (desconocía ese nombre) y brindamos con un tannat por esta peli. Besos naranjas para l@s dos.

Un tal Iván dijo...

¡ah bueno!, me anoto pal Vasquito.
Que bueno que nos estemos haciendo conocer con buenas películas. Las historias mínimas son ideales para lograr buenos resultados con pocos recursos.
Salú a todos y un beso a esa mujer "bisagra" entre dos contininentes que es Amelie.

Unknown dijo...

Lo de Gigante me ha dejado anonadado. Estoy seguro que el supermercado original debe haber sido el "Gèant" de Carrasco.
Pero no es de la película de lo que quiero hablar, sino del Vasquito. Hace ya años, la esquina de Bacacay y Buenos Aires era la más concurrida de la zona. No existía todavía la "movida" de la ciudad vieja, ni el Shannon ni el Pony Pisador ni nada. Pero estaba el Vasquito. Estaba desde los años 20 y se mantenía igual. En el Vasquito paraba todo el elenco de la Comedia Nacional, los alumnos de la EMAD, todos los músicos del Sodre y todos los de la Filarmónica y todos los artistas o aspirantes a artistas o pseudoartistas y críticos y pintores y casi pintores y Don josé y Doña María. También corredores de bolsa y jovenzuelos de corbata de las agencias de publicidad. El Vasquito era un bar no del todo limpio, con apretadas mesitas de mármol, paredes forradas de madera y mostrador de mármol y estaño. Estaba todo cubierto de afiches de espectáculos, pinturas y fotos de las celebridades que eran habitués. Tenía como especialidad unos deliciosos sandwiches de bondiola hechos en unos panes larguitos, tipo pan de Viena. Era nuestra parada obligada en los intervalos tanto de los ensayos como de los conciertos en el Solís. Y se podía fumar en aquel entonces(también se fumaba en el hall del Solís) y el ruido de las conversaciones entre el humo y el olor a cortados y cafés era ensordecedor. Dos gallegos entrañables eran al mismo tiempo dueños y camareros y se pasaban la mayor parte del tiempo machacando la carne de las milanesas con una maza contra la mesada y el ruido se oía desde la platea del Solís.
Me acuerdo de ellos como si los estuviera viendo, especialmente el flaco. Alguien que sepa podría decirnos su nombre. La historia terminó mal para ellos aunque no sé bien los detalles. Sé que esos queridos gallegos vendieron finalmente el bar y lograron viajar a su añorada España, en dónde se mataron en un accidente de carretera. Y luego se hizo el "Bacacay" pero para nosotros ya no fue lo mismo. Hasta no hace mucho en la pared del Bacacay había un grafitti, que decía así: "Aunque te maquillen, siempre serás El Vasquito"

amelie dijo...

IVÁN: jajajaja, me mataste de la risa con eso de mujer 'bisagra' (¿sabías que yo alguna vez usé esa expresión, en el pasado, con algunos compañeros que compartimos? jajaja, me mataste)
¡¡¡Vivan las historias mínimas y vivan los espacios que permiten hablar de ellas!!! Otro beso enorme para ti.
PD. Qué bueno te quedó el perfil...

SANTI: qué decir de tu aporte. Obvio que yo desconocía toda la historia previa del Bacacay (ahora ya Vasquito también para mí) y que te agradezco esa cantidad de historias mínimas contadas en esas líneas. Eres un grande, ya lo sabía cuando llegué a tu blog, como también a través de quien llegué, nuestro compartido amigo gatuno. Un beso muy grande desde tierras gallegas (jeje)

Raúl Avila dijo...

Bueno, ya que este post ha ido mutando hacia el Vasquito, agrego una anécdota: cuando recién le cambiaron el nombre y lo remozaron, una mano anónima (y nostalgiosa, como cualquier mano uruguaya), pintó con aerosol en su fachada "AUNQUE TE MAQUILLEN SIEMPRE SERÁS EL VASQUITO".
Obviamente eso obligó a los nuevos dueños a volver a pintar la fachada

Raúl Avila dijo...

Pido disculpas por mi ansiedad. Me tiré a comentar apenas ví que Le Santi hablaba del Vasquito, sin terminar de leer su comentario (commo todo uruguayo que lee las instrucciones del electrodoméstico cuando ya no hay nada para hacer) y "aporté" un dato, que Le Santi (con mejor pluma, obviamente) ya había volcado acá.

Anonima Veneciana dijo...

Amelie. Entré para contestarte por la luna y me encuentro con esta historia maravillosa. Me uno al festejo cuando esten en Montevideo...no me dejen afuera !!!!!!!!! Creo absolutamente en la causalidad de las cosas y en el universo mágico. Me pasó con la psiquica de Shyrley Mac Laine y siempre lo digo aunque mis amigos a veces me miran raro. Nada nos separa todos nos une.... El pensamiento es mágico .... y lo que deseas el universo te lo concede....yo no creo en las fronteras , creo que las almas se comunican a traves de las energias que mandan al espacio y ahi se producen los encuentros.
Gracias Amelie por compartir siempre tantos momentos hermosos y contados de una manera tan especial
Besos amiga, desde una Buenos Aires calurosa pero llena de magia y esperando verte en tu próximo viaje.
Besos a todos
Vene

Un tal Iván dijo...

En El Observador pusieron un adelanto de la película: http://www.observa.com.uy/Vida/nota.aspx?id=2652

Salute

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, este mundo es imposible de acotar, Amelie.
Increíble la anécdota y lástima por el tipo que no aceptó el papel, pero la vida es así... son trenes que pasan una vez cada tanto.

Besito y abrazo grandote :)

amelie dijo...

MIGUEL: el tipo que no aceptó el papel no se dedica a la actuación; por eso rechazó el papel. Tiene una linda profesión en la que le va muy bien, por cierto. Fue más una anécdota para compartir que la sensación de un tren perdido...
Tienes razón en eso de que este mundo no se puede acotar. Es tan fuerte eso de las coincidencias...
Te mando un beso grande