martes, 28 de abril de 2009
Se fue... pero se queda para siempre
viernes, 17 de abril de 2009
Tener mundo
miércoles, 8 de abril de 2009
La canción y el poema
sábado, 4 de abril de 2009
Demasiada gente
- ¿Todo bien? –preguntaste con un brillo especial en los ojos.
- Todo bien –sonreí emocionada.
Una vez completado el reparto de equipajes y habitaciones, todo el equipo regresó al vestíbulo para ir a cenar a una pizzería cercana. No paramos de hablar ni un instante. Aunque de vez en cuando prestábamos atención a alguno de nuestros compañeros, casi todas nuestras conversaciones versaban sobre nosotros. Nadie entendía cómo nos entendíamos tanto. Nadie conocía nuestro romance previo.
Y aunque me asustaba pensar en cómo cerraríamos aquella noche después de nuestra brusca separación, todo parecía indicar que los fuegos que no llegan a extinguirse, siempre vuelven a avivarse.
Al llegar al vestíbulo, el ingente grupo se repartió entre los dos ascensores para emprender el camino del descanso a sólo unas horas del arranque de nuestras jornadas de trabajo. Nosotros, naturalmente, entramos en la misma cabina. Aunque, como nos había pasado durante toda la noche, rodeados de gente.
Uno frente al otro, nos miramos con la complicidad de quien pretende escabullirse del resto de personas. Nos sonreímos, como aquella primera vez en otro ascensor. En otro hotel de otra ciudad.
- ¿Te apetece que bajemos a la playa a tomar unos mates por la mañana? –sugeriste.
- Sí, me encantaría –te respondí con el ligero fastidio que suponía no poder decirte allí mismo que en realidad prefería pasar toda la noche contigo.
- Bueno, genial, ¿dónde estabas?
- En la 907.
- Bien, te llamo entonces por la mañana.
Al llegar a la séptima planta, te arrimaste para darme un beso de buenas noches. Te miré con la esperanza de que te arrepintieras y decidieras seguir el viaje, pero entornaste los ojos señalando al resto de nuestros acompañantes.
No sabía qué esperar de aquel reencuentro y, ahora que todo había transcurrido de forma tan natural, teníamos demasiados testigos alrededor. Cerré la puerta de la habitación con cierto desánimo hasta que, de repente, sonó el teléfono y tu profunda voz al otro lado anunció: “Ahora voy. No podía subir con vos, había demasiada gente”.
(Este cuento, completado el 26 de febrero de 2009, surgió en "El Invernadero" a raíz de la propuesta de Carmen: 'una historia en ascensor')