miércoles, 3 de junio de 2009

Un azulejo blanco, por favor

Andrea, una amiga de Montevideo, cuando ya no puede asumir más carga de belleza o está saturada de emociones visuales, dice: "un azulejo blanco, por favor". Esto nos lo contó otra amiga de allá, Daniela, con la que recientemente pudimos viajar por un montón de lugares de esta Vieja Europa. Y cuando el trayecto empieza en Venecia, se continúa en Florencia y Siena y sigue en Roma, una anda buscando azulejos blancos por todas partes. No aparece en ningún tratado científico, pero estoy segura de que Stendhal, cuando sufrió aquella taquicardia en la Santa Croce, en realidad estaba como loco por encontrar un azulejo blanco...Lista con viñetas

Y después nos fuimos a varios pueblitos de Calabria, de los que no esperábamos gran cosa y, sin embargo, nos sorprendieron. Luego de vuelta a Roma y vuelo a Barcelona... Seguiamos sin respiro para el 'cuore'.

Y llegamos a Lisboa. Y sí, ahí encontramos azulejos. Es la ciudad del azulejo. Edificios con fachadas de azulejos azules, verdes, rojos, desde el suelo hasta el cielo; los interiores de los bares tienen azulejos; cualquier lado al que mires tiene azulejos. Pero claro ¡¡¡qué azulejos!!!

Nuestro deseo de encontrar el azulejo blanco, el típico azulejo blanco de baño, soso, sin personalidad, aburrido, monótono, se topó con la realidad lisboeta: la de una apabullante belleza basada en la decadencia, la melancolía... y el azulejo.

(Un balcón rodeado de azulejos 
en el Bairro Alto lisboeta)

Y en la ciudad de los azulejos tuve un 'deja vu', porque me recordó a otra ciudad, desde luego no por casualidad: Río de Janeiro

(La entrada de un comercio 
en el barrio carioca de Santa Teresa)

Viajar en el tranvía 28 por los barrios de Alfama o Graça en Lisboa me recordó bastante al trayecto en el 'bondinho' que sube a Santa Teresa desde Lapa en la ciudad carioca.

(Un niño en el barrio de Graça-Lisboa; 
una señora en Santa Teresa-Río)

Y nos fuimos de Lisboa con la sensación de que, por mucho que fuera la ciudad del azulejo, allí no encontraríamos el blanco que nos hiciese salir del estado catatónico en que nos encontrábamos, producto de tanta acumulación de belleza. Después de Badajoz, Sevilla y Granada, aún seguimos buscándolo... 

¡¡¡Un azulejo blanco, por favor!!!

3 comentarios:

Elizabeth dijo...

Me gustó tu definición: "el típico azulejo blanco de baño, soso, sin personalidad, aburrido, monótono"... Ojalá lo hayas encontrado!

el gato utópico dijo...

Después de leerte, a mí me pasa como a Andrea...
No tendrías por ahí algún azulejito blanco para mí?
Que lo parió... cuanta cosa junta.
Eso es caminar Europa y lo otro, puro cuento.
Así que anduvieron con la Tana por las calles de Pessoa...
Y Calabria y Venecia y Florencia y Roma y Barcelona...
Yo no estuve en Río de Janeiro pero sí en Florianópolis, la Bahía del Sur... y esos azulejos blancos y azules me recuerdan el Mercado en el barrio viejo, allá cerca del mar.
De nuevo... no tendrías un azulejo blanco?
Beso grande!

amelie dijo...

ELIZABETH: afortunadamente, cuando se acaban las vacaciones, es fácil encontrar el azulejo blanco del día a día. Aun así, cada vez que miro las fotos del viaje y la acumulación de belleza, me cuesta trabajo pensar que todo eso se concentrase en tan pocos días. Gracias por venir de visita. Saludos madrileños

GATOOOOO: pero qué honor, che. Cuánto tiempo... (por favor, que no suene a reproche, porque no lo es, yo de vez en cuando paso por su rinconcillo sin decir ni mu). La verdad es que mi experiencia brasilera se reduce a Río (y al aeropuerto de Sao Paulo, pero eso no cuenta); sin duda, Santi puede decirnos mucho más. Pero sí sentí en Lisboa cierto aire que había encontrado en Río. También he de confesar que, como sospechaba, la capital portuguesa me recordó muchísimo (creo que más que a Río) a Montevideo. Ese aire 'nostalgioso' que envuelve todo tiene más de Uruguay que de Brasil. Bueno, amigo, te mando un beso grande y por supuesto de color naranja (porque lo del azulejo blanco no me parece buen regalo para semejante visitante jejeje). Disfruten el teatro, che...