domingo, 5 de septiembre de 2010

Vuelvo al Sur

"Vuelvo al Sur,
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor".
("Vuelvo al Sur". Letra: Fernando "Pino" Solanas)

En un ratito vuelvo al Sur. Otro sur diferente al mío, al de siempre, al del alma, pero Sur al fin y al cabo. Colombia y Perú son dos nuevos destinos en el horizonte; y en menos de un mes, serán dos nuevos lugares en mi retina, en mi piel, en mis entrañas. Hasta la vuelta de las vacaciones, espero que quienes me visitáis estéis bien y que cuidéis éste y otros rinconcitos...

martes, 24 de agosto de 2010

¿Exactly?

Anoche tuve en casa una doble sesión de Bridget Jones, cine romanticón, sin muchas complicaciones, ligerito, de la que saqué varias conclusiones. Nunca me he reconocido en el personaje, aunque sí hallo ciertas cosas en ella que he podido vivir en algún momento de mi vida. En realidad, creo que ninguna mujer es COMO Bridget Jones, es imposible; de hecho, no creo que a nadie le guste verse en ese espejo, pero es una especie de caricatura, una suma de los miedos, los temores, los fantasmas, las fobias, las histerias de todas nosotras.

Si algo bueno tienen este tipo de comedias románticas es la banda sonora elegida. Y ésta no es una excepción. Con varios buenos temas muy bien elegidos para determinados momentos de la trama, sin duda una canción excepcional es "Someone (exactly) like you", de Van Morrison, una preciosa balada con una letra bien descriptiva: "I've been travelling all around the world / waiting for you to come through". Y todo para encontrar a "alguien exactamente como tú".

Pero de la misma forma que Bridget es una suma de muchas mujeres, Mark Darcy o Daniel Clever (sus contrarréplicas masculinas) son amalgamas de varios hombres. Y es que, en la realidad, nadie es tan perfecto ni tan desastroso, nadie es tan romántico ni tan despegado, nadie es tan absoluto, tan redondo. Cuando nos fijamos en alguien, ¿cuándo se sabe que es exactamente ESA persona? ¿En qué momento se descubre que la búsqueda ha terminado? ¿Cuándo se deja de recorrer el mundo entero persiguiendo a ESE alguien? ¿Y cómo se sabe que no habrá otro alguien exactamente con las características precisadas?

viernes, 13 de agosto de 2010

Liviandad

La última vez que aparecí por aquí hablaba sobre la amistad, sobre la importancia de ESAS personas que convierten nuestra vida en maravillosa por sus detalles, por sus invisibles gestos, por sus mínimos movimientos que, como aleteos de mariposa, transforman cuanto hay alrededor. Sin darse cuenta...

Ayer, mientras me dirigía al metro para ir a trabajar, me di cuenta de que pesaba mucho menos, de que caminaba ligera como una pluma, de que me sentía liviana. Quienes me conocéis, sabéis que esto suena a chiste, ya que mi físico es todo menos flaco, así que tuve que buscar los motivos en mi alma... y en un par de locas que tengo por amigas. No suelo reclamar ayuda, soy de esas personas que se considera autosuficiente y que, antes de pedir un favor, se lo piensa mucho. No es ni bueno ni malo, sólo mi realidad. Por eso, en medio del aprendizaje de mis últimos tiempos, ser capaz de enviar un mensaje matutino expresando un cierto malestar (irracional, ilógico e inexplicable, por otra parte, pues estaba relacionado con prodigios de la vida) fue todo un avance. Lo que jamás pude imaginar es que ese par de locas que tengo por amigas decidiera saltarse cualquier tipo de norma social, de responsabilidad u obligación para presentarse en mi casa a hacer de wonderbra.

Acostumbrada a sostener a otras personas, a ser un centro energético, a regalar mi tiempo por amor/amistad, a convertirme en mí misma a partir de l@s demás, a ser a partir de mi relación con l@s otr@s, sentí que mis hombros se descargaban definitivamente, que el camino es más fácil cuando se comparte el equipaje y que, por eso, más que andar por la calle, lo que estaba haciendo era volar cerquita de las nubes. La espontaneidad de ese gesto (MARAVILLOSO GESTO) me dio la liviandad con la que ahora ando por la vida. Y la certeza de que no está tan mal pensar a veces en una misma...

martes, 20 de julio de 2010

Sobre la amistad


Ninny Threadgoode: Tú me has hecho pensar en lo más importante que puede darnos la vida. ¿Sabes qué es… lo que creo que es?
Evelyn Couch: No.
Ninny: Amigos, buenos amigos.


He estado unos cuantos días desaparecida, hasta el punto de que este rinconcito seguía siendo de color celeste y no de su habitual naranja. En esas jornadas he redecorado algunos espacios de mi casa, he descansado mucho y me he dedicado tiempos de soledad, momentos de estar conmigo misma, de reflexionar, de pensar o, simplemente, de encontrarme bien. Lo necesitaba. Quienes me conocéis, sabéis que soy una persona entregada a sus seres queridos y eso descarga las pilas, por muy energética que una sea...

También he visto unas cuantas películas, algunas por primera vez, otras por enésima. Entre éstas últimas, "Tomates verdes fritos", que, además de conmoverme, me regaló esa maravillosa escena entre Jessica Tandy y Kathy Bates, en la que la primera descubre a la segunda la importancia de la amistad.

Hoy, que se celebra el Día del Amigo en algunos rincones del mundo, me sumo a la reivindicación de esos seres que nos quieren, independientemente de nuestros estados de ánimo, de humor o de carácter; que siempre tienen la palabra exacta, incluso cuando no queremos escuchar lo que nos están diciendo; que respetan nuestras decisiones, aunque sepan que nos vamos a estrellar; que nos abrazan espontáneamente; que se presentan con un detalle cualquiera "porque sí"; que escuchan cuanto decimos, aunque ya conozcan previamente esa historia o callen algo importante que les ocurre; que comparten los mejores y, especialmente, los peores momentos. Compañeros de copas hay muchos; amigos no tantos. Disfrutemos de su presencia y hagámosles saber cuánto los queremos...

viernes, 9 de julio de 2010

Y el pulpo habló...

... y dijo que Alemania quedará en tercer lugar. Y que España ganará el Mundial.

sábado, 3 de julio de 2010

El día que el celeste se impuso al naranja

Hace tres años, en Río de Janeiro, Uruguay jugaba contra Brasil una eliminatoria de la Copa América (el equivalente a la Eurocopa de selecciones) de Venezuela, ya no recuerdo si cuartos de final. Diego Forlán falló un penalti en la tanda posterior a la prórroga y mi comentario fue: "Ya está imbuido del espíritu atlético" (acababa de fichar por mi equipo en esas fechas). En esa misma velada, mi acompañante me enseñó que el "Loco" Abreu suele tirar las penas máximas "a lo Panenka", con todo el riesgo que eso conlleva. Uruguay quedó apeada por la "canarinho" ese día.

Hoy, horas después de que Brasil quedase eliminada del Mundial de Sudáfrica por Holanda, Uruguay se ha clasificado para semifinales. Más allá de los nervios del final de partido (especialmente con esa mano, ahora providencial, de Luis Suárez), me quedo con la resolución, de nuevo, en la lotería de los penaltis. Cuando vi a Forlán caminando hacia el área, me entraron los temblores. Pero es cierto que este Diego ya no es aquél y hasta puede presumir de haber dado un título europeo al eterno sufridor del Atleti. No obstante, el momento culminante fue el de la llegada de Abreu al fatídico lugar y, antes de verlo lanzar, avisé a mis compañeros de redacción: "Uf, qué miedo, lo va a lanzar a lo Panenka". Y dicho y hecho. Pero no se fue fuera. Entró. Claro que entró. Y ahora el "Loco" tiene algo de deidad.

Hablando de divinidades, otro Diego (Maradona) dijo hoy que Dios quiere que Argentina esté en la final. No estoy muy segura de si eso es así, pero me parece que hoy Dios se vistió la celeste, ¿o no?

Por mi parte, al menos hasta el día que se juegue la semifinal entre Holanda y Uruguay, mis rinconcitos naranjas pasan a ser celestes.

jueves, 24 de junio de 2010

Nublada estoy


Como si fuera una película de dibujos animados, tengo dos días con la nube encima de la cabeza, descargando lluvia a lo bestia. Da igual lo que haga, ella me persigue, viene conmigo a todas partes e incluso creo que se mete en mis sueños...

Tengo la suerte de trabajar en aquello para lo que me preparé y, como dijo un gran amigo mío, puedo presumir de haber ido eligiendo el camino -cosa que no mucha gente puede decir-. No sólo soy periodista, sino que, además, ejerzo mi labor en uno de los medios de comunicación más importante del país. Durante mis años en el departamento de Deportes, tuve la suerte de viajar a Latinoamérica, de aprender mucho y de vivir lindas (otras menos) experiencias. Con alguna de las personas que me crucé en esas coberturas, comenté en alguna ocasión que, sin duda, lo mejor que me había dado la "casa" era el hecho de conocer a gente muy especial.

Desde ayer, me repito y se lo repito a l@s compañer@s más cercan@s: sigamos acercándonos a las personas y alejémonos de la inhumanidad de la corporación.

Entre ayer y hoy 21 emplead@s de Efe se fueron a la calle. Faltan tres más que, por estar de vacaciones o de descanso aún no se enteraron de la trágica noticia, para completar la fatídica lista de l@s 24 (y otr@s cinco que ya están negociando su marcha anticipada, una especie de prejubilación). Ningún despido es bueno, pero lo es menos aún cuando las formas son inhumanas, desproporcionadas, crueles. Y eso ha ocurrido en todos estos casos. Una etiqueta, una marca, un nombre que siempre (o al menos en un glorioso pasado) tuvo un enorme prestigio se arrastra por el fango.

Esta noche es la de San Juan, ésa en la que, según la tradición, se encienden hogueras y se salta sobre ellas. Además, la gente echa al fuego purificador todas esas cosas malas del año para sanar y seguir adelante. Ojalá fuera todo tan fácil como lanzar a las llamas la tristeza, las caras largas, las lágrimas, los cabreos, la indignación, la impotencia, la tensión, la desesperanza, todos esos sentimientos que nos invaden desde ayer, que impiden escuchar risas por los pasillos, por las mesas, que hacen que las conversaciones sean del tipo "¿sabemos algún nombre más?" o "¿lo has visto?" o "¿cuánto tiempo llevaba aquí?" o "se ha despachado a gusto con los de Personal", etcétera, etcétera, etcétera...

La nube ésta no quiere largarse. Y creo que tardará unos cuantos días en irse. ¡¡¡Qué putada en pleno verano!!!

sábado, 19 de junio de 2010

De Torres García a Saramago

El viernes era una jornada de trabajo como otra cualquiera; la única diferencia respecto al resto de la semana es que marcaba justamente el fin de ésta. Por fin llegaba el ansiado weekend para descansar (o, al menos, intentarlo en vísperas de esperadas visitas). De repente, una de mis compañeras me hizo un obsequio inesperado, sin venir a cuento, sin ningún motivo aparente. Y me emocioné: primero por el detalle; segundo, porque era un llaverito de ésos que suelen encontrarse en los puestos de la montevideana peatonal Sarandí o en los alrededores del Mercado de los Artesanos (y, por supuesto, dentro de éste), de ésos con muchos colores y con formas geométricas que imitan la obra del Joaquín Torres García.
- Entre las cosas de la mudanza, apareció esto y pensé que te gustaría, como siempre estás hablando de Uruguay... En realidad, no sé ni por qué lo tengo, supongo que me lo regalaría alguien alguna vez.
- ¿Pero no sabes lo mucho que me gusta Torres García?
- No, pero si yo no sé ni quién es. Mira, me alegra saber que algo que yo tenía guardado en un cajón y a lo que no daba ningún valor, a ti te haga tanta ilusión.

Efectivamente, ella no conocía a JTG ni mi obsesión por su vida y su obra. Me vi describiéndole su Museo (sobre la misma peatonal), hablándole de su estancia en Cataluña, contándole el mal fario que sobrevoló parte de su carrera, explicándole que le apasionaba la relación de la infancia con el arte y de cómo creó juguetes decorativos, narrándole cómo dejó muchos textos con sus reflexiones sobre un montón de asuntos, recomendándole que visitara el Reina Sofía (donde, afortunadamente, tenemos una sala con cuadros suyos).

Otra compañera (nuestra jefa, en realidad) se unió a la agradable charla, diciendo que le encantaba este pintor desde que lo había descubierto y que, hace poco, había visto cuadros suyos en París. Y mientras la primera, la que me hizo el regalo, empezó a bucear en internet y a maravillarse con lo que iba encontrando, yo explicaba que también me gustaba mucho el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, a lo que ésta respondió que estaba muy bien, pero que era muy triste.

En ese instante, confesé que, de alguna manera extraña, me atrapaba la tristeza, pero que en el arte muchísimo más y que, por eso, me gustaban tanto el tango y el fado. Debí añadir en ese momento que también por eso me sedujeron las calles de Montevideo y Lisboa.

Otro que se enamoró de esas rúas fue José Saramago, cuya muerte conocí instantes después de ese intercambio artístico que detallaba antes. Dicen que la primera vez que fue a visitar a Mario Benedetti, al que admiraba profundamente y a quien había conocido no hacía mucho tiempo, se sintió inmediatamente atraído por la capital uruguaya. Imaginando su sensibilidad y su alma portuguesa, supongo que identificó a la dama de gris (como dice mi amigo Gato) con la nostalgia que destilan las calles lisboetas, esa especie de decadencia y de tiempo detenido que te envuelven en una extraña ensoñación...

Y en esas mismas calles montevideanas alguien me habló de "Ensayo sobre la ceguera" justo unos días antes de que comenzara el rodaje de "Blindness", la película de Fernando Meirelles basada en esa novela de Saramago, en la Ciudad Vieja. Muy cerquita de "Imaginario sur", esa tienda adorable en la que pueden encontrarse muchos regalos artesanales con recuerdos de Torres García, el personal técnico del rodaje se las arreglaba para que un par de cuadras de la calle Colón pareciera ese lugar fantasmal que encuentran los personajes en un momento de la película.

Y todo esto venía porque ayer alguien me regaló un llaverito torresgarciano unos minutos antes de que Saramago se despidiera de este mundo...

viernes, 11 de junio de 2010

La vida es pura exposición


"¿No se escribe para eso, para compartir con otros seres humanos?"
(Ernesto Calabuig, "Expuestos")

Hace tiempo alguien me dijo que, habida cuenta de mis participaciones en distintos espacios virtuales, yo tenía una necesidad excesiva de comunicación. No lo niego y, además, no me parece negativo. Yo soy yo, pero también lo soy a partir de mi relación con los otros. De hecho, el lunes pasado, reconocía ante un amigo en Frankfurt que una de las cosas que tengo clara en la vida es que me gusta (más bien preciso) estar en contacto con la gente y que, a pesar de disfrutar de mis espacios de soledad, jamás podría ser una eremita.

De comunicarse, de relacionarse, de vincularse con otros seres humanos habla la novela "Expuestos", de Ernesto Calabuig, su primer largo después de ese impecable libro de relatos titulado "Un mortal sin pirueta", en el que vuelve a deleitarnos con su forma de tratar el paso del tiempo y con su mirada sobre las figuras de verdad. Tres personajes (Jaume Climent, Anne Zieske y Rüdiger Beck) y otras tres ciudades, una de ellas en un relativo horizonte (Madrid, Frankfurt y Berlín), para situar una bella historia, en la que el autor pasea por el amor, la literatura, la filosofía, el viaje, el no retorno, en definitiva la VIDA como ese escaparate donde cada uno de nosotros estamos, como reza el título, expuestos.

Aunque es el miembro de la familia con quien menos relación tengo (su hermano es mi MEJOR AMIGO -uso las mayúsculas, porque hay palabras que quedan cortas para nombrar a ciertas personas- y con su madre y su hermana he compartido grandes momentos catárticos), puedo afirmar que Ernesto es un amigo. Y, por eso, hoy le dedico este homenaje. Porque aunque estaba previsto que yo comprase la novela este sábado, en la Feria del Libro de Madrid, aprovechando su firma de ejemplares, ésta se me apareció casualmente la semana pasada, un día antes de mi viaje a Alemania.

"A veces parece que todo sea oportuno, que cuadra o encaja, que se encuentra a mano para reforzar lo que uno quiere expresar", le dice Rüdiger a Jaume en una escena. Ese tipo de coincidencias que permiten hallar esta novela cuando no la buscaba, de la misma forma que, en 1994, encontré en una estantería de la madrileña Casa del Libro "Berlin Alexanderplatz", la obra de Alfred Döblin que tanto me impactó en ese momento y que ahora es referencia constante en el libro de Ernesto.

O que parte de la novela transcurra en Frankfurt y que Jaume se convierta, involuntariamente, en guía turístico (cuando, de hecho, en un momento pretende huir de alguien así) al hablarme del centro histórico de la ciudad, del apfelwein (especie de sidra) que suele beberse en las tabernas, de la kartoffelsalat (ensalada de patata) que comerá, del recurrente juego de palabras al hablar de Mainhattan (por el nombre del río que cruza la ciudad y el skyline ofrecido por sus muchos rascacielos), de la gente disfrutando del buen tiempo a ambas orillas del Main, de la cerveza Binding que le ofrecen durante una charla con Rüdiger...

También porque, leyendo esta novela, me he recordado en el "Molly Malone" de Malasaña y me he visto en Roma arrancando un trozo del mantel de "La Montecarlo" y he tenido consciencia -una vez más- de personas pasadas devenidas ya en personajes y me he embarcado en debates sobre la creación literaria. O porque, a lo largo de sus páginas, me he sentido como al escuchar las canciones de Luis Eduardo Aute -muchas de ellas repletas de referencias culturales-, con la necesidad de investigar y aprender mucho más sobre cuanto me rodea.

Con la inseguridad del escritor novel, Jaume llega a decir: "Qué difícil, pues (...) asumir la convicción de que haga falta 'contar', o mejor: la convicción de haga falta que 'yo' cuente". Afortunadamente, Ernesto asumió esa convicción y nos regaló estas 164 páginas cargadas de contenido real y no de vacuidades; de verdades y no de palabras-unidas-para-rellenar-espacio-porque-tenemos-que-vender-libros.

(Ernesto Calabuig firmará ejemplares de su novela en la Feria del Libro de Madrid, caseta 303, Menoscuarto Ediciones, el sábado 12 de junio, de 12 a 14 horas)

jueves, 13 de mayo de 2010

"Qué manera de sentir, qué manera de soñar, qué manera de aprender, qué manera de sufrir"

Esas increíbles frases corresponden al estribillo del Himno del Centenario del Atlético de Madrid escrito por Joaquín Sabina. También dice "qué manera de subir y bajar de las nubes". Hoy nos tocó descender a lo bestia después de unos minutos tocando el cielo para una última remontada bestial que nos dejó en lo más alto, sin respiración, con las lágrimas contenidas (o vertidas, que cada cual lo aplique a su caso), esperando que el árbitro pitase el final del partido.

El Atleti ganó su segundo título europeo, la Liga Europa, 48 años después del primero. Y lo hizo como corresponde a su filosofía vital: sufriendo. Una amiga desde Bogotá me decía que el título era rojiblanco pero que habría prórroga y penaltis. Bien, sólo se equivocó en los lanzamientos de pena máxima. El equipo rojiblanco se adelantó gracias ¡cómo no! a Diego Forlán. Pero la alegría sólo duró seis minutos, los que tardó en empatar el Fulham. Con el 1-1 terminó el partido y transcurrió buena parte de la media hora temida, ésa que antecede a la tanda de la lotería. Durante los últimos minutos, yo intercambiaba mensajes con un amigo sufridor, en Madrid, que llegó a decirme: "esto es inhumano". Y apenas segundos después de este intercambio dramático, llegó la jugada del éxtasis, la protagonizada por Sergio "Kun" Agüero y rematada por el U-RU-GUA-YO.

Volví hace ya un buen rato de Neptuno, la plaza donde la gente del Atleti festeja sus triunfos y que estaba, por ese motivo, un poco abandonada desde que hace 14 años los rojiblancos ganasen el doblete con la Liga española y la Copa del Rey. En esta ocasión, se puede repetir la hazaña, ya que el próximo miércoles disputarán la final de Copa ante el Sevilla. Sé que Uruguay necesita a Forlán bien descansado para el Mundial de Sudáfrica, pero, por lo que voy averiguando de este gran hombre (más allá del futbolista, se encuentra una gran persona), estoy convencida de que él preferirá pelear por un título universal después de ganar dos en su actual club. Ya pasó por otros, con mejor o peor trayectoria, pero en ninguno disputó finales. Ahora sumó su primer triunfo importante con el Atlético de Madrid. ¿Llegará el día 19 el segundo?

Por si acaso, esta noche nos lanzamos a la calle mucha gente, deseosa de festejar, de superar esa condición de "pupas", de seguidores del equipo madrileño que nunca gana nada (como si el vecino de la Castellana últimamente celebrase algo), de sufridores de bromas que nos gastan los demás, de rara avis que no sabemos cómo explicar por qué somos del Atleti (más que a través de los sentimientos). Y había buena energía, mucha gente joven (que, por supuesto, no ha visto lograr jamás un título rojiblanco), también matrimonios mayores ataviados con sus bufandas, pandillas de chicas y chicos con cintas en la cabeza, camisetas con diferentes nombres a la espalda y banderas en las manos, niñ@s llevad@s por sus progenitores e incluso un perro tapado con una tela rojiblanca y sostenido en brazos de su dueño. Había risas, había buen humor, había gente fotografiándose con desconocid@s, había cánticos, había aplausos, había amor por unos colores.

"Qué manera de aguantar,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de vivir,

Qué manera de subir y bajar de las nubes,
¡que viva mi Atleti de Madrid!"
(Joaquín Sabina, "Himno del Centenario")



viernes, 30 de abril de 2010

La ilógica de l@s atlétic@s

Resulta muy complicado explicar por qué alguien es del Atlético de Madrid. Mucho más complicado es entenderlo para quien no lo es...

Ayer el Atleti se clasificó para su primera final europea tras 24 años de ausencia y, por primera vez en los últimos 14, aspira a un doblete de títulos, ya que, además de la final de la Liga Europa (contra el Fulham), jugará la de la Copa del Rey (contra el Sevilla) y todo esto, en una semana, algo inédito en la historia del club.

Somos gente sufridora. Eso está claro. Y no sé hasta qué punto tenemos algo de masoquistas. Cuál es el placer que lleva a animar siempre a un equipo que, incluso jugando mal, recibe aplausos y gritos de ánimo. Cuál es el motivo por el que defendemos lo indefendible. El amor justifica todo y si pensamos que el fútbol tiene tanto de irracional como el sentimiento amoroso podemos encontrar algún sentido a todo esto. Si es que hay que buscarlo...

Hoy resulta que mucha gente era del Atleti. He visto camisetas rojiblancas en el metro; gente que, sin ser de mi equipo, se alegraba por sus triunfos; comentarios en internet de aficionados de otros clubes que habían sufrido por lo apurado de la clasificación... Daba gusto pasar por delante de todos los kioscos y ver la foto de Diego Forlán (autor del gol que valió el pase a la final) en todas las portadas, tanto de los diarios deportivos como de los de información general, mostrando su anatomía perfecta, como recién sacada de un museo de la antigua Grecia.

Anfield Road (el estadio del Liverpool) es una de las canchas más prestigiosas del Viejo Continente y su afición, los denominados red, una de las más emblemáticas en todo el mundo (con su famoso himno "You'll never walk alone"). Por eso, lograr algo tan épico como lo que anoche hizo el Atleti (conseguir el gol necesario cuando los locales ganaban 2-0 y con todo el ambiente en contra, salvo por los 2.000 atléticos que viajaron a Inglaterra) en un lugar como ése sabe todavía más rico. De hecho, creo que es para sentirse orgullosa. Esa gente vive el fútbol de una manera muy especial, me atrevería a decir que incluso como la del Atleti. De hecho, vi aficionados del Liverpool llorando por la eliminación de su equipo y, al tiempo, aplaudiendo la clasificación del rival. Eso es honor.

La reconciliación de Forlán con la afición del Atleti, que le criticó mucho durante la temporada, ha sido una de las mejores noticias de los últimos tiempos. Y me gusta creer que verle tan de cerca el martes, en la presentación de su biografía, titulada "U-ru-gua-yo", sirvió para que yo le transmitiera energías positivas. Aunque no sea muy realista. Ni muy lógico. Pero es que la gente del Atleti semos así...

miércoles, 7 de abril de 2010

Más nadies que nunca

"Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba".
(Eduardo Galeano, "Los nadies", de "El libro de los abrazos")


Desde el lunes llueve sin cesar en Río de Janeiro y, por ahora, se han contabilizado 95 personas muertas. Serán muchas más que un centenar. Seguro. Sus míseras casas no han aguantado la fuerza del agua ni por supuesto el deslizamiento de las tierras. Lo peor de todo ello no es que, dentro de unos días, cuando todo vuelva a la normalidad, ya no pensaremos en ellas; sino que jamás sabremos quiénes son, cuánta familia tenían, cuáles eran sus nombres. Hoy me contaba una compañera que vivió durante un tiempo en Brasil que allí hay que pagar por inscribirse en el registro y que, por eso, quienes moran en las favelas nunca lo hacen.

Insisto: por ahora han muerto 95 personas que, seguro, serán muchas más. Pero nadie, a efectos oficiales, sabrá quiénes son. Serán nadies, más nadies que nunca. Y, efectivamente, nunca les llovió la buena suerte...

sábado, 3 de abril de 2010

Erizarse o no

"La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalitos falsamente indolentes, tremendamente solitarios y terriblemente elegantes".
(Muriel Barbery, "La elegancia del erizo")

Aunque no me considero una persona religiosa (por favor, no confundir religiosidad con espiritualidad), puedo afirmar que estos días de Semana Santa han estado llenos de revelaciones importantes y no sé si están provocadas por la lectura de este libro o si este éxito editorial ha llegado a mis manos en el momento justo para que éstas apareciesen.

De todas ellas, una me produjo una sensación agridulce. Por un lado, la satisfacción del reconocimiento. Por otro, la certeza que siempre tuve (aunque nunca quise reconocer) de que mi escaparate anterior no era el adecuado, lo cual es a todas luces injusto.

No me considero un erizo ni tampoco sé si soy especialmente elegante, pero es cierto que he tenido que mudar algunas de mis costumbres sólo para que otras personas puedan visibilizar lo que ya era mi accionar cotidiano. A veces nos colocamos máscaras sólo para que el resto del mundo no nos vea; en otras ocasiones, no nos permitimos ver más allá de nuestras narices, aunque lo que haya delante resplandezca de forma natural, sin artificios ni pretensiones vacuas.

martes, 23 de marzo de 2010

Llamando a los ángeles

Mi hermana me regaló hace unos cuantos meses un llamador de ángeles, uno de esos colgantes que, a modo de talismán, protegen, cuidan, acompañan. Por diferentes razones no lo había estrenado para salir a la calle (en realidad, sólo me lo puse en nochevieja en la cena que hicimos en casa). No sé por qué motivo, esta mañana fui al joyero y decidí acompañar mi atuendo con el llamador. Me dije: "es hoy".

Desde primera hora de la mañana sabía que era un día raro. No sé por qué. Mi hermana y yo decimos que somos brujas y supongo que algo de eso ahí. No brujas malas, sólo percibimos ciertas cosas (quizá ella más que yo), pero nos pasa. Siempre nos pasa.

Esta mañana estaba planchando en la cocina con la ventana abierta, mirando los tejados de Carabanchel (mi barrio), mientras escuchaba una preciosa entrevista sobre fútbol que le han hecho a Eduardo Galeano en una emisora española. De repente empezaron a rodarme lágrimas por la cara. No había un motivo especial. No es porque sea uruguayo o porque sea uno de mis escritores favoritos o porque hace unos cuantos meses tuviera la suerte de conocerlo. Era una sensación extraña. Como cuando estás en un concierto y, sin una razón lógica, empiezas a llorar por una canción. Así me ocurrió. Y no entendía nada. Pensé que la astenia primaveral estaba empezando a hacerse presente...

Cuando llegué a trabajar, recibí una llamada desde Montevideo. Era una querida amiga para darme una triste noticia acerca de otra querida amiga: un ángel con forma de abuela había cambiado tierra por cielo...

lunes, 22 de marzo de 2010

¡¡¡Felices 50, Gato!!!

Hoy cumple medio siglo un querido amigo y le dedico este homenaje:

sábado, 6 de marzo de 2010

Road movie

Hace justo un mes que no escribía algo en este espacio. Otro sábado. Parece que todo sigue igual, pero en realidad han pasado muchas cosas, positivas la mayoría (¿debería decir todas?), entre ellas añadí otra vela a la tarta de mi vida y lo celebré como corresponde, con mucha gente muy querida y alguna que otra sorpresa. Hoy no estoy muy creativa, pero no quería dejar de pasar por aquí y dejar un regalito para quienes leéis esto, un vídeo de Kevin Johansen, al cual escucho en estos momentos. Recordad que la vida al final no es más que eso: una "road movie".

sábado, 6 de febrero de 2010

No todo está perdido

"Quién dijo que todo está perdido
Yo vengo a ofrecer mi corazón..."
(Fito Páez, "Yo vengo a ofrecer mi corazón")

Según lo que aparece en los medios de comunicación, el mundo no tiene salvación. Más allá de los inevitables, impredecibles e incontrolables fenómenos naturales (como terremotos, sismos, tsunamis, inundaciones, erupciones...), parecería que el ser humano está empeñado en hacer daño a sus congéneres y demás especies: atentados, crímenes, abusos, secuestros, guerras, cacerías...

Pero yo soy de esas personas que creen que no todo está perdido si existen (existimos) un@s cuant@s capaces de sonreír, de tener una palabra amable, de abrazar, de besar, de amar, de confiar, de ofrecer oportunidades.

Esta mañana me encontraba en una tienda, esperando para hacer una pregunta. Era una tienda infantil, dedicada a juguetes formativos. No sé por qué, pero una espera que, al entrar en un lugar así, la gente debe estar de buen humor o, al menos, tener una cierta conciencia de lo que debe ser la educación de l@s niñ@s.

No encontraba el artículo que buscaba, así que aguardé a que la dependienta terminara de atender a una señora para preguntarle si lo tenía o si debía ir a otro establecimiento de la misma cadena. La clienta ya me había parecido bastante rara desde el principio por las cosas que le decía a la joven, pero cuando llegó el momento de pagar lo que había comprado destapó el tarro de sus desagradables esencias. La chica le preguntó si tenía su carné de fidelidad de la tienda, a lo que ella respondió que quizá sí, pero se lo había dejado en casa. Entonces, ella le explicó que para hacerle el 5 por ciento de descuento correspondiente necesitaba sus datos para encontrarlos en la terminal electrónica. La señora decidió no dárselos y, cuando vio que la dependienta le cobraba el precio completo, sin el descuento, le espetó
- Entonces ¿no me haces el 5 por ciento? Ya lo tendré en cuenta, ya...

En ese momento me contuve las ganas de decir nada, pero una piensa que, por respeto, es mejor no meterse con personas así (ya he tenido algunas experiencias desagradables en el super) y que, una vez se hubiera marchado de la tienda, expresarle el apoyo a la comercial. Pero, como un ángel divino, el señor que aguardaba, también pacientemente, a que la señora terminara su numerito en el mostrador pronunció las siguientes palabras:
- Mire, es que yo sólo quería preguntarle una cosa.
- No, si yo también estoy esperando para una consulta.
- Ah, si es así, espero, claro.

La dependienta, que no había dejado su tarea de envolver en papel de regalo lo que la señora había comprado, me miró y me preguntó qué necesitaba saber. Tardó dos segundos en mostrarme el catálogo para que le señalara el producto que buscaba. Ese mismo tiempo tardó la señora en abrir su bocaza para decir:
- Mira, que tengo médico a las 12 (frase que, por cierto, ya había pronunciado tres veces en el tiempo que la chica le sacaba la cuenta y demás).

Y el ángel-señor, de repente, extendió sus alas hechas voz para decirle a la señora que ya estaba bien de ser tan impertinente y de faltarle el respeto a la chica, que ya todos habíamos escuchado su historia del médico y que si tanta prisa tenía, haber ido antes a comprar, a lo cual la otra respondió que quién era él para meterse en su vida, que tenía que ver sus circunstancias, que él le resultaba indiferente y que no tenía por qué aguantar sus frustraciones.

Después de unos minutos en medio de esa tensión, la señora se fue con su compra hecha y la cabeza bien alta, mientras nosotr@s -el ángel-señor y yo- conversábamos con la chica de la tienda y le decíamos que vaya paciencia tenía y que era ella quien le estaba faltando el respeto y bla bla bla...

Al salir del establecimiento (con mi pregunta hecha pero sin compra) me quedó el regusto dulcísimo de saber que, a pesar de que este mundo parece una porquería muchas veces, seguimos quedando gente dispuesta a apoyar al de al lado, que en ese "combate" éramos tres (contando con la bondad de la vendedora) contra una y que si en la tierra existe una proporción similar en todas las circunstancias, no todo está perdido.

jueves, 21 de enero de 2010

domingo, 10 de enero de 2010

A ciegas (cuento)

- ¿Sabes que ya ha salido “My blueberry nights” en DVD? Me lo contó el otro día Manuel, mi hijo mayor, que había ido a comprar unos discos a la FNAC y se enteró de que hay un pack especial de películas de Wong-Kar Wei.
- No lo sabía, pero habrá que fijarse en esa oferta. Es un director que me gusta mucho, especialmente aquellas dos que hizo con Maggie Cheung y Tony Leung, “In the mood for love” y “2046”, ¿las recuerdas? No sé la cantidad de veces que las hemos puesto en casa…
- Sí, es que son de una belleza aplastante… Yo ahora estoy en pleno redescubrimiento del cine iraní; me dejaron el otro día “A través de los olivos” y “El sabor de las cerezas”, de Kiarostami.
- ¡Qué grande! A mí me ha dado por las películas españolas, sobre todo las antiguas. El otro día pasé con Rosario, mi mujer, por el kiosco de la glorieta de Bilbao, ése que está junto al Café Comercial, y descubrí que tienen la colección completa que salió con “El País” el año pasado, así que compré “Plácido”, de Berlanga; “Atraco a las tres”, de Forqué; y dos de Buñuel, “Los olvidados” y “Viridiana”.
- Ah, pues tengo que pasarte, si te interesa, la joyita que encontré en casa la semana pasada, ordenando los vídeos. ¿Todavía tienes reproductor de VHS?
- Sí, sí, ¿cuál es?
- “Once pares de botas”, la de Rovira Beleta.
- ¿En serio la tienes?
- Sí, aluciné cuando la encontré… Con ese elenco de futbolistas ¡¡¡por dios!!! lo más granado de los años 50… Bueno, pues eso, que cuando quieras te la dejo.
- Genial… Lo que ahora está triunfando en algunos foros cinéfilos, según me ha dicho mi chico, el Rober, es la compra en e-bay, porque hay un montón de lotes de filmes ya descatalogados. Yo estoy pensando en alguna cosilla así, porque me contó que encontró un cofre con siete dvds de los Hermanos Marx y otro más conjunto de Abott & Costello y Laurel & Hardy, puro humor y todo a precio de ganga. Lo que me tira un poco para atrás es lo del envío, porque no sé si tardan mucho o no en servirlo…
- No puedo asegurarte nada. Yo sólo compré “Signori e signore, buonanotte”, porque salían Vittorio Gassman y Marcello Mastroianni, y tardó casi dos meses, pero me explicaron que era porque en el momento que la pedí no estaba disponible. De todas formas, esto fue a través de la página de una tienda italiana; no sé, esto, al ser venta particular…
- Bueno, no sé, me lo pensaré… Oye, ¿al final se mantiene la reunión en casa de María?
- ¿Para el coloquio sobre “Amanecer”? En principio, sí, era para este sábado. De todas formas, quedé en confirmarlo una tarde de éstas porque la idea era que cada uno llevase alguna curiosidad sobre Murnau. Con lo que sea, te aviso, ¿de acuerdo?
- Gracias. Si no hay foro, podemos organizar una quedada paralela, ¿te parece?
- Bien, quizá para alguna de Bergman o Malle…

Desde la esquina de “La Mallorquina”, donde esperaba a una amiga para tomar un café, observaba a una prudente distancia a aquel hombre y a aquella mujer de mediana edad, de aspecto sencillo, nada intelectual, en pleno coloquio cinéfilo. Siempre he admirado a la gente que domina tanto un determinado tema como para pasarse horas debatiendo sobre el mismo, sin cansarse y aportando datos nuevos a cada momento. Yo apenas podía reconocer un par de nombres de cuantos habían pronunciado. No me importó mirarlos descaradamente mientras comentaban todos aquellos títulos, directores e intérpretes. Ellos no podían advertir mi presencia, a pesar de la cercanía…

- Bueno, suerte con la venta de hoy porque, no sé tú, pero yo, con esto de la crisis, creo que la gente no compra tantos cupones (*)…
- Sí, es cierto, pero a ver si ahora, que viene el Extra de San Juan (*), con eso de repartir tantos millones hay más movimiento de clientes. Aunque sólo sea porque todo el mundo aspira a salir de pobres así…
- Sí, tienes razón … Bueno, me vuelvo para el metro… Hablamos…
- Por cierto, avísame si te enteras de que sale en DVD “A ciegas”, la de Meirelles.
- Jajaja, qué buen chiste... De todas formas, las críticas no fueron muy buenas, pero a mí me gustaron tanto “Ciudad de Dios” y “El jardinero fiel” que confío en la mirada tan particular de este realizador…

(*) Cupones que vende la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).

Aldebarán
10/06/2009